No, no se trataba de un brote de infosura
Artículo técnico publicado en el nº 253 (ene-feb 2023) de la revista Frisona Española
Alberto me llamó angustiado, —Ven corriendo, a las novillas les está dando infosura.
La última vez que había visto a Alberto era una mezcla de felicidad e incertidumbre. Había trabajado bastante tiempo en la granja que recibió de su padre y, pese a ser un oficio heredado, el trabajo le gustaba. Cuando había mejorado y aumentado la explotación, adaptándose a las viejas instalaciones, le llegó el mazazo de la tuberculosis y tuvo que hacer vacío sanitario. Pero en vez de tirar la toalla, vio la oportunidad. Ya que no tenía ganado, aprovecharía para hacer la nave de cubículos que siempre había soñado. Entre el dinero ahorrado, el que le pagó el seguro agrario, el valor de las vacas en el matadero, alguna subvención y un crédito le daba para construir la nave e importar unas novillas. Me contó lo que iba a hacer, me enseñó los planos y la última vez que estuve visitándole ya tenía la estructura de la nave levantada. Quedamos en que cuando las novillas paridas que iba a traer y él mismo estuvieran adaptados a la nueva situación, haríamos una primera visita de reproducción para empezar a trabajar con ellas. Pero me llamó antes…
La infosura es una enfermedad bien conocida en los caballos, asociada a errores de alimentación, problemas infecciosos y traumáticos. El nombre técnico es laminitis, con presentaciones aguda y crónica. Produce una cojera intensa que inhabilita al caballo para la monta y en muchas ocasiones obliga al sacrifico humanitario del animal.
En el ganado bovino es mucho más rara, en la forma aguda normalmente se afectan los cascos de las extremidades delanteras, aunque hay animales en los que se dañan las cuatro patas. El dolor de los cascos es muy intenso por lo que el animal es reacio a levantarse y aparece tumbado o arrodillado. Se ven casos aislados en cebaderos de terneros y más raramente en novillas de recría. No hay tratamiento, tan solo podemos facilitar la vida del animal alojándolo en un corral con una cama muy blanda de mantillo o paja. Yo había visto casos aislados, normalmente con un solo animal afectado en una explotación, pero nunca había visto un brote.
Cuando llegué a la granja fui directamente a ver las vacas cojas. Alberto había separado cinco novillas en un corral con abundante paja. Se trataba de novillas de primer parto recién paridas, importadas de Francia. Se encontraban tumbadas y, como no querían levantarse, pude explorar los cascos de las manos sin necesidad de un potro. Lavé los cascos y no hizo falta usar la legra para ver el problema. Los cascos eran muy pequeños, muy cortos y la palma dejaba ver amplias zonas rojas de hematomas, especialmente en la zona lateral de la punta del casco, y al presionar con el dedo pulgar se notaban blandas.
Le pregunté a Alberto que cuándo habían llegado y me dijo que hacía una semana, que algunas empezaron a cojear a los tres días, al principio poco, pero se fue agravando.
—¿Podría ser un problema de alimentación? porque dicen que en Francia no les dan tanto pienso como nosotros.
—No lo creo —le contesté— las suelas de los cascos están muy delgadas, vamos a ver la nave.
Entonces pasamos a ver la nave nueva y rápidamente vimos la causa de las cojeras. El suelo de los pasillos e incluso de la sala de espera era de hormigón basto y además el rayado del suelo se había hecho sobre el cemento blando y aunque no estaba mal, habían quedado rebabas. Alberto me contó que para ahorrarse el dinero del rayado pensó que se podría rayar el cemento en fresco. El resultado fue un suelo muy abrasivo que en poco tiempo desgastó los ya de por sí pequeños cascos de las novillas.
—Qué podemos hacer ahora— me dijo
—Hay que sacar las novillas fuera de la nave y desbastar el suelo con alguna máquina. También hay que mantener el suelo y los cascos lo más secos posible para que se mantengan duros y siempre mover los animales lo más calmadamente posible.
—¿Y a las que ya están cojas que las ponemos? —Poco te puedo ayudar. Si fuera solo una pezuña se puede poner un zapato, pero estos animales tienen afectadas todas las pezuñas de las manos y probablemente también algo las de las patas. Deberán estar en cama muy blanda hasta que se forme nueva suela, pero puede que desarrollen úlcera de la punta del dedo y hasta necrosis de la tercera falange. Aunque probablemente éstas, que a duras penas se pueden levantar, tengan que ir al matadero o sacrificarse en la granja.
Si quieres leer el artículo completo, puedes descargarlo desde este enlace o también desde "Documentos".
Artículo técnico publicado por Juan Vicente González Martín y Ángel Revilla Ruiz en el número 253 de la revista Frisona Española.
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