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De Alhambra a Blanquina, el camino de prestigio de la ganadería Casa Viña
Redacción Revista Frisona

De Alhambra a Blanquina, el camino de prestigio de la ganadería Casa Viña

Reportaje publicado en el número 254 (mar-abr 2023) de la revista Frisona Española

Más de treinta años separan estas imágenes. Algún protagonista nos ha dejado y otros se han incorporado, pero sigue intacto el espíritu de trabajo y dedicación a la ganadería que se ha transmitido a través de las generaciones. Hablamos con Tino Rodríguez y su familia sobre el presente de esta ganadería y sobre su futuro, con la que sería su cuarta generación ganadera con su hija Yosune y su sobrino Iván.

A finales de 2022 se cumplieron 30 años de la primera visita a Casa Viña realizada por la revista Frisona Española con motivo del triunfo de Viña Tempo Alhambra como Vaca Gran Campeona CONAFE 1992, título que revalidaría un año después.

Tres décadas después hemos vuelto para hablar de Viña Shottle Blanquina –calificada 7EX, lo que la convierte en la vaca viva más veces calificada Excelente en España– y sobre cómo ha discurrido este tiempo en una ganadería referente, que se ganó el prestigio de la mano de la Alhambra y que, pese a no seguir en la ola de los concursos desde hace años, sigue disponiendo de una cabaña de animales excepcionales y de una excelente gestión.

Casa Viña es una ganadería de tercera generación regentada por Tino Rodríguez Medina que sigue trabajando con la ilusión de que continuará su prestigiosa trayectoria con la que será la cuarta generación de ganaderos, esta vez de la mano de su hija, Yosune, y de su sobrino Iván.

La historia de Casa Viña comienza con los abuelos de Tino, que se casaron en esta misma casa. “Esto era antes una casa mariñana, que se construyó en 1944 con una pequeña cuadra de vacas al lado. En 1950 hicieron la panera que tenemos delante y posteriormente, en el año 1969 pusieron cara con cara a las vacas, con el emparrillado, y así se mantuvo hasta el año 2000”, rememora. Volviendo a la visita de 1992 de la que hablábamos al principio, Casa Viña tenía 35 vacas en ordeño, de un total de 60 animales, con una media de producción de 7.000 litros por vaca y año y media de calificación de 82 puntos. Hoy, más de 30 años después “ha cambiado todo” como enfatiza su propietario. 

En el camino recorrido entre Alhambra y Blanquina, dos vacas excepcionales que han revestido de merecida fama a esta ganadería asturiana que desde Albandi (concejo de Carreño), no ha dejado de crecer y adaptarse a su tiempo hasta convertirse en la granja moderna que es hoy.

Tino explica que su abuelo falleció cuando él tenía 8 años y recuerda que hace años, cuando tanto él como sus dos hermanas eran críos, el principal ingreso que sostenía a la familia no procedía de las vacas, sino del campo. “Mi madre llevaba una furgoneta llena de hortalizas que cultivábamos en la finca, primero a la plaza y luego al rastro, hasta que se jubiló. Mi hermana Marisa estudió Veterinaria, mi hermana Maite, Enfermería, y yo solamente hice la EGB y me dediqué al campo desde muy pronto”, explica, para añadir que desde joven ya empezó a preocuparse por la calidad de su rebaño con alguna buena vaca que compró y de la que se fue obteniendo genética poco a poco.

En aquella época, como le gusta rememorar a Tino, “éramos un bloque de tres -formado por sus padres y él- que nos organizábamos muy bien y la granja fue tirando hacia arriba”, mientras su madre seguía trabajando con las hortalizas. “Porque al final esto no hay que verlo como una granja, sino como una empresa y un negocio y lo que hay que saber aquí es gestionar y hacer correctamente las inversiones”, apostilla.

Sin embargo, la pasión por los concursos de raza frisona se la transmitió su tío Enrique Medina, el hermano de su madre. “Mi padre no era aficionado, pero yo con 14 o 15 años iba a ayudar a mi tío a los concursos de raza frisona. Incluso con 16 o 17 años gané alguno de la zona. De esa afición y de alguna vaca que nos quedamos de las que mi tío Enrique compró de la ganadería Tarter (Norteamérica), viene toda esta buena genética de nuestra granja”, subraya Tino.

“Ahora tenemos entre 90 y 100 vacas en ordeño, la media de producción pasa de 12.000 litros y la media de calificación hoy está en 86 puntos”, subraya. “La vida ha evolucionado y hemos crecido. Hicimos una nave en el año 2000 para 60 o 70 vacas y ampliamos un poco más las instalaciones en 2010, para unas 100 vacas en ordeño. También cogimos algo más de superficie de terreno al comprar fincas, con lo que producíamos más forraje, mejoramos la genética... Y así, poco a poco, fuimos evolucionando”, añade Tino.

La nave que construyeron en el año 2000 es de cubículos de arena - “para mayor comodidad para las vacas y para nosotros”, apostilla Tino-, y también hicieron  en 2008 los silos grandes de zanja para meter los forrajes. “Antes ensilábamos en prado y teníamos silos en torres, por lo que los silos en zanja fueron un descanso y un avance”, destaca.

Los cambios del año 2000 fueron un punto de inflexión. “Al hacer la nave también invertimos en maquinaria. No tiene nada que ver ensilar en silos de torre como hacíamos a mano, que ahora los silos de zanja. Antes también segábamos verde y luego pasamos a carro mezclador y el verde lo dejamos. Desde hace unos cuantos años hacemos dos cortes buenos, uno en marzo y otro a primeros de mayo, para luego sembrar el maíz. Y con el carro mezclador hacemos la mezcla lo más económica y con la mayor calidad posible, tanto de proteína como de digestibilidad y materia seca. Tiene que estar bien el forraje para tener una buena calidad de leche y así todos los años rondamos el 4 % de grasa y entre 3,30 y 3,60 % de proteína”, explica.

Precisamente esa alimentación basada en forrajes les ha facilitado que, pese a la subida de las materias primas, no se hayan encarecido tanto las raciones de sus animales. “Por eso hay que molestarse en hacer el mejor raigrás  y el mejor ensilaje de verde posible. Y con el maíz lo mismo. Eso nos lo tenemos que currar porque cuanto mejor lo hagas, evitas gastar más concentrado y abaratas el coste del litro de leche”, agrega Tino Rodríguez.

Ante las subidas del precio de la energía y las materias primas de estos tiempos, el propietario de Casa Viña insiste en que “no queda otra que hacer las cosas muy bien y luchar con nuestros propios recursos” porque “los tiempos son difíciles y esto es una locura”, pero con buenos silos y una muy buena calidad de forraje “los números de momento funcionan”. “Aunque -recalca- el precio de la leche debe mantenerse porque si no van a caer muchas más granjas”.

Precisamente una de las mayores preocupaciones que afrontan las ganaderías asturianas son los problemas medioambientales y la nueva legislación de purines, aunque Casa Viña, al ser la granja de vacuno lechero más grande que hay en el concejo de Carreño, no tiene problemas con el purín al disponer de fincas libres donde echarlo.

“Espero que no nos aprieten mucho porque si no mucha gente va a cerrar porque aquellos a los que les quede poco tiempo de vida laboral ya no van a hacer nuevas inversiones”, apunta.

Además, “siempre nos dicen que hay que mirar a Europa y en Europa cualquier granja tiene una fosa para 6 meses. Eso es el futuro y aquí va a llegarnos. Y conforme están los abonos creo que debemos tener un buen almacén y no tirar los purines porque es una barbarie lo que cuesta. De pagarlos a 300 euros la tonelada pagarlos a 700 euros, y eso que bajó un poco porque estuvieron a 800 y 900 euros. Además, luego llega la época de la siembra y entre abonos y semillas son muy altos los costes. Cuanto más purín tengas almacenado y más apliques en tus fincas, menos gastas y eso es un bien que genera uno en su ganadería”, añade.

En cuanto a los trabajos en el campo, Casa Viña siembra entre 22 y 23 hectáreas de maíz, además de algo más de 40 hectáreas para hierba seca y verde que se hace para las novillas. “No manejamos mucha extensión, pero sacamos rendimiento a las que trabajamos. Si haces bien el maíz y haces buenos cortes, es suficiente con el terreno que tenemos”, apostilla.

La gestión de Casa Viña se ha llevado normalmente entre dos personas, su propietario, Tino Rodríguez, y un empleado. Pero ahora es su sobrino Iván quien le acompaña y que a sus 19 años están incorporándose y aprendiendo a gestionar el día a día de la granja. “Aquí lo importante es dejarlo todo listo por la mañana y el resto del día, quitando la época en la que ensilamos, que estamos más ocupados, consiste en estar pendiente. Antes en las primaveras no tenía tiempo ni para comer, pero ahora es todo mucho más fácil. Los tiempos han cambiado y hay que tener más calidad de vida”, apunta Tino.

Una ganadería de gran tradición genética

El hecho de tener tan buenas vacas y que Casa Viña siga año tras año entre las ganaderías de vacuno lechero frisón con mayor puntuación en la relación de calificación morfológica –7ª entre las 100 mejores del último listado– demuestra su interés y trabajo por la genética. “Buscando tipo –apunta Tino– buenas patas, que es fundamental, buenas ubres, vacas longevas y, sobre todo, positivos en leche”, pero reconoce que el mundo de la genética de la raza frisona se ha vuelto cada vez más sofisticado y complejo.

“Sigo más o menos la línea de los toros canadienses de antes, buscando tipo, buenas estructuras y buenas vacas. Pero hoy se me va un poco de las manos porque es una locura la cantidad de toros que hay. Antes eran solo dos empresas y ahora hay varias casas comerciales muy buenas y con toros diferentes. En Casa Viña usamos bastante semen de Ascol, que tiene algunos de los mejores toros que hay en el mercado mundial. A mí en concreto me gusta más utilizar toros probados que genómicos y también semen sexado”, apunta.

En cuanto la gestión económica de la granja reconoce que siempre ha sido prudente con las inversiones, prefiriendo “tener la cabeza amueblada” e ir “pasito a pasito, sin subir dos peldaños de una vez” lo que permite que vivir más tranquilo. “Casa Viña no tiene deudas con nadie y ahora hay una buena base para quienes quieran seguir aquí”, dice pensando en el relevo generacional que realizarán su hija Yosune y su sobrino Iván.

“Si ellos quieren seguir con el negocio dispondrán de una granja bien montada, con una base muy buena de animales, con una infraestructura de maquinaria y de terrenos que tienen que saber valorar y, sobre todo, con la ventaja de que hoy no se trabaja ni una cuarta parte de lo que se trabajaba antes gracias a la tecnología y la maquinaria”, destaca al respecto. Concretamente en cuanto a maquinaria, en Casa Viña disponen, además del carro mezclador, de dos tractores, rotativa para segar, el rotavator para sembrar las praderas y algún apero más para trabajar las tierras, así como máquina para echar herbicidas y para juntar la hierba.

Además, hace 8 años Casa Viña decidió poner un robot Lely con el que ordeñan unas 60 vacas y que compatibilizan con una sala de ordeño de 2 x 5, en la que ordeñan unas 30 vacas. “La idea sería poner otro robot, donde están esas 30 vacas poner las secas y donde están las secas poner más novillas. Pero poco a poco, porque yo no metería muchas más vacas, quizás pasar de ordeñar 90 a ordeñar 110 o 120 vacas. Pero lo más importante es gestionar bien la granja y llevarla bien. A veces cuando te metes en más, todo se convierte en una locura”, explica.

Con el robot la media es de 3,1 ordeños al día y las que están en sala se ordeñan dos veces al día. “Ordeñar solo 30 vacas en la sala me supone unos 40 minutos si todo está bien y cuando no tenía el robot echaba más de 2 horas y media cuando tenía 90 vacas en la sala”, explica, para reconocer que el robot, en principio, lo puso por sus dificultades para encontrar personal.

“Uno de los mayores problemas que hay ahora en la ganadería es la mano de obra, que no quiere trabajar nadie, es un desastre, cuando además hoy trabajar en una ganadería es muy cómodo. Pero ese problema de la mano de obra en una explotación familiar creo que más o menos se puede manejar, pero en una explotación industrial ya hay más problemas”, subraya.

Actualmente está muy satisfecho con la compatibilidad de ambos sistemas de ordeño. “El robot fastidia cuando te llama o se para por alguna incidencia, pero son problemas puntuales, y tener la sala también es beneficioso si hay algún problema con los ordeños”, concluye. La ración la hacen los nutrólogos de ASA y se entrega la leche a Central Lechera Asturiana.

“En esta casa somos socios fundadores de Central Lechera Asturiana, primero mi abuelo, después mi padre y ahora seguimos nosotros. Es una marca que pesa y que tiene mucho rango porque tiene hasta un 30 % del mercado español y tenemos que estar muy orgullosos de ella. Somos unos privilegiados, una empresa a cuyos socios nos pone nuestro tanque, nos da muchos servicios y que siempre tiene un precio razonable acorde al mercado. Cuando hay guerras de precios, no entra en ellas y cuando el precio está a la baja, nos da estabilidad. Los ganaderos asturianos podemos sentirnos agradecidos porque sin Central Lechera Asturiana no habría un 20 % de las granjas que hay hoy”, afirma.

De Alhambra a Blanquina

Hay dos animales muy importantes para la historia de Casa Viña: Alhambra y Blanquina. “Para que nos saliese una vaca como Alhambra hay que tener suerte porque no salen super vacas así normalmente. Gracias a esa vaca, a Casa Viña la conoció todo el mundo y nos dio mucho prestigio. La teníamos en una cuadra aparte, como una vaca de concurso, pero sí salía al prado con las demás. Y tras estos años, aquí estamos con Blanquina, aunque a ella no la tratamos de forma distinta porque hace tiempo que dejamos los concursos”, explica sobre las dos vacas y reconoce que en el establo de hoy hay muchas vacas que vienen de la línea de la Alhambra.

Blanquina, por su parte, acaba de cumplir 13 años y ha producido más de 140.000 litros. A su edad “está impresionante, con una gran fortaleza y con la ubre arriba bloqueada, que esa ubre ya no se va, aunque cumpla 20 años”, como subraya Tino. En el pasado Concurso Nacional de Raza Frisona celebrado en Gijón en septiembre de 2022 fue una de las vacas que salió a pista en la sección de reconocimiento. “Es una gran vaca y estuvo muy bien que fuera a Gijón porque llamó la atención entre la gente verla así con 12 años. Tiene mucho mérito y ahora, si preña y pare otra vez, podría llegar a ser 8 veces Excelente (igualando el récord en España alcanzado por Karen Somalera en 2021)”, añade.

No obstante, aunque se trata de “dos vacas espectaculares”, su propietario Tino Rodríguez se decanta aún por la Alhambra. “Aquella era una super vaca, de lo mejorcito que hubo en España. Y no hay mucha diferencia con la Blanquina porque la Alhambra era una vaca de los tiempos de hoy, una vaca de estructura moderna, como las que gustan ahora. Solo hay que ver una foto de hace 30 años. Así que si viese a ambas en la pista pondría a la Alhambra en primera posición. Aquella vaca fue excelente, tuvo 9 partos y habría podido ser la primera vaca siete veces excelente, pero entonces no existía esto. Nos dio mucho prestigio”, recalca.

De lo que Tino Rodríguez se siente más orgulloso es de “todo lo que se ha trabajado hasta llegar a este nivel de granja, partiendo de un tractor viejo y una segadora…”. Y que ahora, con toda la maquinaria y toda la infraestructura que hay, supone un cambio muy grande. “Es verdad que eras joven y no te pesaba trabajar -recalca-, pero lo que se generaba con una cuadrita pequeña, un tractor viejo y otros aperos por ahí, con cuatro hierros, vivía una familia. Por eso quiero insistir en que no hace falta tener muchísimas vacas para vivir ni tener como modelo a granjas muy grandes en otros lugares porque tenemos que adaptar lo que necesitamos al lugar donde vivimos y donde montamos nuestra granja”, destaca este ganadero asturiano. Como conclusión, Tino anima a la incorporación de la gente joven al sector porque en otros países como Suiza “son todos chavales jóvenes” y subraya que “hay que incentivarles con sueldos dignos, formarles y, sobre todo, hacerles saber que hoy en día el trabajo en una granja es muy llevadero y en el sector de la ganadería hay trabajo”.

La cuarta generación ganadera que viene en Casa Viña

Preguntamos también a Yosune, hija de Tino, y a Iván, sobrino, ilusionados con sus planes de futuro y por su intención de dar el relevo generacional en Casa Viña. Aunque ambos reconocen que fuera del ámbito rural, apenas hay gente joven que se interese por el trabajo en el campo. “La gente joven tiene la idea de antes, de cuando se hacía todo muy manual y lo rechaza. Pero con un trabajo en el campo también da tiempo a todo, a salir, a vacaciones. Hay muchos que se van fuera, pero aquí hay trabajo”, destaca Iván, que reconoce que desde pequeño siempre ha estado por la granja con el tractor y con las vacas y que, a sus 19 años ya trabaja con su tío, por lo que le preguntamos qué cambios haría en Casa Viña de cara el futuro.

“Primero querríamos aumentar algo el número de vacas, mirar bien el tema de la fosa y los purines, si podemos meter algunas vacas más en ordeño con el robot… En general, la granja está muy bien así, pero hay cosas que se podrían mejorar por ejemplo en el manejo de los animales, como mejorar el cow comfort, para que estén menos estresadas”, explica.

Por su parte, los planes de Yosune, de 16 años, pasan por acabar primero Bachiller y estudiar después un módulo en el I.E.S. de Luces de Auxiliar de Veterinaria, antes de incorporarse a la ganadería. “Mi idea es quedarme, pero no quiero depender tanto del veterinario”, apunta. “También queremos hacer un alojamiento rural aquí, para que la gente conozca la ganadería, que vean que la leche no sale de la nada, que hay un trabajo detrás, que se cuida a los animales”, señala.

Por último, Yosune nos cuenta su intención de repetir este año en la Escuela de Preparadores de CONAFE que se celebrará en el IES Luces de Colunga (Asturias) el próximo mes de julio, así como su intención de asistir a la Escuela de Jueces de Galicia para seguir formándose y valora las amistades que se generan entre los alumnos de estas formaciones, cómo comparten unos mismos intereses y aficiones y el desconocimiento que hay entre la gente de fuera del sector. “Muchos de mis compañeros de clase se quedan alucinados cuando digo que voy a un concurso de raza frisona porque, aunque sean de Asturias, no conocen muchas cosas del mundo rural. Al final es algo que solo conoce la gente del sector por eso en Luces se generó una pandilla de amigos con los que coincides en los concursos y hay mucho compañerismo”.

Nos quedamos con las afirmaciones de Yosune e Iván como presente y futuro de Casa Viña y como ellos, muchos jóvenes ganaderos que son presente y futuro del sector.

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