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Ganando dinero con la bioseguridad
Redacción Revista Frisona

Ganando dinero con la bioseguridad

Artículo técnico publicado en el nº 176 (mar-abr 2010) de la revista Frisona Española

Todos tenemos en la memoria las imágenes dantescas de cientos de vacas sacrificadas en el brote de fiebre aftosa que sufrió el Reino Unido hace unos años. Para evitar la diseminación de esta enfermedad vírica, una de las más contagiosas, se aplicaron diversas medidas. Unas casi anecdóticas como los baños de zapatos en los aeropuertos y otras imprescindibles como la limitación del movimiento del ganado. Estas medidas forman parte de los protocolos de bioseguridad de los organismos competentes encaminados a limitar la diseminación de la enfermedad en el país. La bioseguridad es bien conocida por los veterinarios españoles. Años atrás, gracias entre otras cosas a las medidas de bioseguridad, se han erradicado brotes de enfermedades, también muy contagiosas, como las pestes porcinas clásica y africana. En el ganado vacuno sin embargo, con excepción de algunos brotes locales de lengua azul, o cuando apareció la famosa enfermedad de las vacas locas, no se ha prestado tanta importancia como en otras especies a la bioseguridad. Bueno, esto no es del todo cierto, se aplicaban y se aplican medidas de bioseguridad para el control de enfermedades como la tuberculosis o la brucelosis. Pero probablemente la palabra bioseguridad se puso de moda con motivo del brote de glosopeda del Reino Unido. Se escribieron artículos, se impartieron conferencias, se dieron subvenciones... Todo ello encaminado a evitar la entrada y diseminación en nuestras granjas de ésta u otras de las enfermedades consideradas exóticas para la ganadería nacional y de gran relevancia económica (dado que pueden suponer entre otros el cierre de nuestra frontera a la exportación).

Sin embargo, a pesar de que el riesgo de llegada de estas enfermedades es real, debido a la facilidad de movimiento tanto de personas como de animales que hay hoy en día, muchos ganaderos no las ven como un problema inmediato. Y no lo ven, porque por lo general ellos mismos no han sufrido el problema que estas enfermedades acarrean. En su control no sólo juega un papel el ganadero a nivel individual, sino que las autoridades sanitarias tienen la obligación de estar preparadas para prevenir la entrada y en caso de que esta suceda, la posterior difusión de estas enfermedades exóticas. Un ejemplo reciente lo encontramos en la famosa lengua azul. Controlada en nuestro país por las autoridades sanitarias, quienes trabajaron para prevenir la diseminación de la enfermedad a través de medidas como las limitaciones al movimiento de animales, la desinsección o la vacunación obligatoria frente a la enfermedad. Sin embargo, muchos ganaderos ven frecuentemente estas medidas de bioseguridad como otra imposición o recomendación más, que en la mayoría de los casos les supone tan sólo un gasto añadido (como el caso de la desinsectación) o les resulta de difícil aplicación en la práctica (como cuando hubo que mantener las casetas o los corrales de los terneros protegidas con telas mosquiteras, para evitar posibles picaduras del mosquito Culicoides, mientras se realizaba el diagnóstico para poder vender los terneros); y no como las herramientas para controlar la diseminación de las enfermedades dentro del territorio nacional.

Por otro lado, todos los días sufrimos otros tipos de problemas infecciosos en las granjas. Enfermedades que sin ser exóticas también causan importantes pérdidas. Tanto cuando éstas matan a nuestros animales de una manera rápida como cuando causan enfermedades que no se ven, subclínicas, pero no por ello menos costosas. Las mastitis, las metritis, los problemas podales, las diarreas o las neumonías de los terneros, son algunas de ellas. Para estas otras enfermedades cotidianas, causantes de pérdidas en todas las granjas, no hay medidas que salgan en la televisión, o planes de las autoridades sanitarias, sino que son el propio ganadero y su veterinario los responsables de hacerles frente. Incluso en algunos casos los propios ganaderos no son conscientes de que muchas de las enfermedades que padecen sus vacas de forma frecuente son también infecciosas, por lo que en su mayoría son también contagiosas.

Es muy frecuente oír a estos ganaderos, o a gente que anda por las granjas, achacar estos problemas a la mala suerte, a la época del año, al clima o a cualquier otra cosa. Frases como: “Todos los años por estas fechas pasa igual” o “Esto le está pasando a mucha gente por aquí”, no son infrecuentes.

Sin embargo, muchas de las medidas que se emplean para controlar las enfermedades que nos pueden venir de fuera de la granja, también se pueden emplear para controlar la difusión de las enfermedades comunes dentro de la propia explotación , y con ello, disminuir e incluso erradicar las pérdidas que éstas producen. La bioseguridad que se aplica dentro de las granjas se denomina bioseguridad interna o biocontención.

Si quieres leer el artículo completo, puedes descargarlo desde este enlace o también desde "Documentos".

Artículo técnico publicado por Juan Vicente González Martín en el número 176 de la revista Frisona Española, correspondiente a los meses de marzo y abril de 2010. 

 

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