#RealidadGanadera: El papel de la ganadería en la prevención de incendios forestales
Campaña en la que colabora CONAFE en defensa de la ganadería
Remitido.- Este verano, en solo dos países europeos, España y Portugal, se han incendiado más de 350.000 hectáreas de terreno, un área equivalente al tamaño de la isla de Mallorca. Las consecuencias no se miden solo en hectáreas quemadas: comunidades enteras se han visto afectadas, ecosistemas devastados, costes que ya son superiores a 600 millones de euros, y enormes cantidades de carbono: 39,4 Mt de CO₂ emitidas desde el principio del año. Si se considera que un solo automóvil emite alrededor de 4 toneladas de CO₂ al año, esto equivale a las emisiones de cerca de 10 millones de vehículos, cifra comparable al total de emisiones anuales de automóviles de un país como los Países Bajos.
Un desastre que se repite cada año con mayor frecuencia e intensidad, como informa el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, impulsado por el cambio climático, el abandono de tierras agrícolas y la acumulación de vegetación seca. Ante semejantes escenarios, la cuestión ya no es solo por qué ocurren los incendios, sino cómo podemos prevenirlos de manera efectiva. Y aquí entra en juego un factor a menudo ignorado: el papel de la ganadería.
La ganadería puede representar un método sostenible de prevención de incendios
La prevención de incendios forestales requiere estrategias integradas que incluyan gestión activa de los bosques, vigilancia, tecnologías de monitoreo y políticas de protección civil. Pero ignorar el potencial de los animales sería un error. Hoy en día, la ciencia es clara: la ganadería, si se gestiona adecuadamente, puede convertirse en un valioso aliado en la lucha contra los incendios forestales. Vacas, ovejas, cabras y caballos no solo transforman pastos y arbustos en recurso alimenticio, sino que también ayudan a reducir lo que los investigadores llaman la “carga de combustible”, la biomasa inflamable que alimenta las llamas. En muchas zonas de Europa, particularmente donde se ha abandonado la agricultura, la ganadería puede representar un método sostenible, rentable y multifuncional para mitigar los riesgos.
Como explicó el veterinario español Juan Pascual, autor del libro “Razones para ser omnívoro (para tu salud y la del planeta)”: “La ganadería extensiva reduce la biomasa combustible. Los animales pastan hierbas y arbustos, justamente el material que alimenta los incendios. Los estudios demuestran que donde hay rebaños, los incendios son menos frecuentes e intensos.” El uso de herbívoros, domésticos o silvestres, puede representar una estrategia eficaz para reducir el riesgo y la intensidad de incendios, especialmente en áreas abandonadas por la agricultura.
Cuando las tierras agrícolas ya no se cultivan, los arbustos y árboles tienden a crecer sin control, aumentando la cantidad de biomasa inflamable que hace más vulnerable el paisaje a incendios. Los herbívoros, al alimentarse de pastos, arbustos y ramas, ayudan naturalmente a reducir esta acumulación. Se ha comprobado que los herbívoros mixtos, los que combinan pastoreo y ramoneo, son especialmente eficaces, así como la integración de especies con distintos hábitos alimenticios.
Promover la ganadería en zonas abandonadas, una medida preventiva contra los incendios
Promover la ganadería en zonas abandonadas no solo es una medida preventiva contra los incendios forestales, sino también una solución económicamente sostenible que puede aportar servicios ecosistémicos adicionales y revalorizar las tierras. Por ello, las políticas agrícolas, forestales y de gestión de incendios podrían fomentar con mayor decisión el uso de animales como herramienta de prevención. Mantener o reintroducir pastizales, ya sea con animales domésticos o silvestres, resulta una estrategia prometedora para proteger las áreas rurales más expuestas al riesgo de incendio.
“La historia lo confirma,” – dice Juan Pascual en su reciente publicación en LinkedIn – “La extinción de los grandes herbívoros durante el Cuaternario provocó un aumento dramático de los incendios forestales, como muestran investigaciones de varias universidades estadounidenses.”
Normalmente, al estudiar las causas y dinámicas de los incendios, se pone el foco principalmente en la influencia del clima, mientras que los efectos del pastoreo suelen ser menos investigados. Para explorar este aspecto, los investigadores consideraron las extinciones de la mega fauna herbívora como una especie de “experimento natural”, útil para entender cómo la presencia o ausencia de herbívoros influía en la frecuencia de los incendios. Mediante el análisis de depósitos fósiles de carbón vegetal, utilizados como indicadores de fuegos pasados, se comprobó que tras esas extinciones la frecuencia e intensidad de los incendios en praderas aumentó significativamente. El incremento fue especialmente marcado en los continentes que perdieron mayor cantidad de grandes pastadores, mientras que la desaparición de ramoneadores, animales que se alimentan principalmente de arbustos y ramas, no produjo el mismo efecto. Así, los grandes pastadores jugaron un papel crucial en la conformación de los regímenes de incendios, y estos efectos deben tenerse en cuenta tanto al reconstruir la historia del planeta como al intentar predecir la dinámica futura de los incendios globales.
Los animales de granja representan un recurso ecológico
Los animales de granja representan, entonces, un recurso ecológico, de bajo coste y capaz de generar valor. “Lo que a primera vista parece ‘hierba seca’ se convierte en proteína de elevada calidad, en forma de carne y leche, y al mismo tiempo sustenta el empleo rural y los paisajes culturales que caracterizan gran parte de nuestra campiña,” – explica Juan Pascual – “Pero hay un problema cada vez más evidente: la población rural disminuye y envejece. El campo se va vaciando y, sin agricultores y ganaderos, la vegetación se acumula hasta convertirse en combustible listo para desatar incendios devastadores.
¿Qué podemos hacer? En primer lugar, apoyar a quienes resisten. Los agricultores cuidan animales cada día, gestionan la tierra responsablemente y nos proporcionan alimentos. Pero no basta: hay que valorar también sus productos, porque sin consumo no hay futuro para ovejas, cabras y vacas. Si la demanda de carne y leche cae bruscamente, los animales también desaparecerán, y con ellos el pastoreo que ayuda a controlar la vegetación y proteger nuestros paisajes.”
La importancia de unas buenas políticas
Otro punto crucial se refiere a las políticas. La PAC ya otorga apoyo financiero, pero en el futuro puede ser necesario reconocer y remunerar los servicios ecosistémicos que la agricultura y la ganadería brindan, como la captura de carbono y la prevención de incendios forestales. “Algunas ciudades, como Barcelona, ya han comenzado a experimentar con el uso de cabras para limpiar bosques periurbanos,” – señala Pascual – “Un paso en la buena dirección, pero insuficiente si, al mismo tiempo, se adoptan políticas que estigmatizan, por ejemplo, el consumo de carne roja en los comedores escolares. No podemos pedir más ganadería por motivos medioambientales y, a la vez, desincentivar el consumo de sus productos.”
Al final, lo que la investigación confirma hoy ya lo sabían bien los pastores del pasado: un prado o bosque pastado por animales no acumula maleza ni matorrales y, por tanto, es mucho menos probable que arda. Mirando al futuro y a la prevención de incendios forestales, quizá debamos recurrir de nuevo a esa antigua alianza entre humanos, naturaleza y animales.
Fuente: The role of livestock farming in preventing wildfires | European Livestock Voice
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