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Bedollo, vocación ganadera desde el valle de Soba
Redacción Revista Frisona

Bedollo, vocación ganadera desde el valle de Soba

Reportaje que saldrá publicado en la revista Frisona Española 267 (may-jun 2025)

Emilio, María y Rosa son los tres hermanos propietarios de Ganadería Bedollo, una granja de vacuno de leche de raza frisona del precioso Valle de Soba, en Cantabria. Esta granja de la familia Fuente Ezquerra lleva instalada en este especial emplazamiento de gran tradición ganadera desde hace tres generaciones. Primero con Josefina y Luis, los abuelos maternos, posteriormente con sus padres María José y Emilio, y en la actualidad, los tres hermanos que dirigen la ganadería.

“Nuestros padres volvieron de México con Emilio ya nacido y se instalaron en Maliaño (Camargo, Cantabria). En Parbayón (Piélagos) alquilaron una finca donde empezaron a ordeñar vacas, pues los dos descienden de familias de ganaderos. En el año 1980 falleció nuestro abuelo materno, Luis, y decidieron venir a Soba con sus animales a trabajar en la finca familiar y así acompañar a mi abuela Josefina. Trajeron 30 vacas, las instalaciones que mis abuelos tenían consistían en una cuadra de piedra donde las vacas estaban de cara a la pared, así que construyeron una nave con pasillo de alimentación al medio para 32 vacas. En 1985 empezamos en control lechero y poco a poco hemos ido creciendo en número de vacas y edificando nuestras instalaciones”, nos explica Rosa para poner en contexto la historia de esta ganadería familiar.

“Como digo yo, me han salido los dientes aquí, porque siempre he estado muy presente en el día a día desde niño. Cuando estudiaba, por las mañanas iba al colegio y cuando volvía a casa, siempre echaba una mano. En el momento que terminé de estudiar, hice unas prácticas y al final me incorporé de lleno en la ganadería en el año 2000. Y 25 años después no me arrepiento de la decisión para nada”, añade Emilio.

Este ganadero de vocación recuerda que cuando él se incorporó “se producían unos 270.000 litros de leche y había 62 vacas en total”. “Ahora mismo estamos con un rebaño total de 200 animales”, destaca. Además, como nos indicaba Rosa al principio, en esta ganadería el control lechero lo empezaron en 1985, por lo que todo lo que se ha ido haciendo lo han vivido nuestros tres protagonistas desde su infancia.

“Mi intención cuando me incorporé era más o menos seguir con lo que había, porque ya antes se había comprado genética y se habían traído vacas de Alemania, de Tauste Ganadera y de El Parral, de Mariano Podereux, que es de donde viene el origen y la base genética de esta ganadería. Yo entonces era un niño, pero me acuerdo perfectamente de la famosa vaca Nena que tenía Mariano y otras que se llamaban Rebeca, Vicky…”, recuerda Emilio.

Hoy en Ganadería Bedollo solamente trabajan con su propia recría, sin embargo, en 2003 hizo falta algún animal y Emilio encargó que le trajesen unas novillas de Alemania, pero se llevó “una decepción muy grande”. “De modo que para recuperar el dinero fui yo mismo a Alemania y me traje unas vacas un poco a capricho, pero la verdad es que tampoco tuve suerte con ellas. No era lo que yo esperaba, porque ya llevaba tiempo trabajando con mis vacas y oía hablar a todo el mundo de las vacas alemanas. Y al final, pues me llevé una decepción. A partir de ahí, no he vuelto a comprar ni un animal. Todo es recría”, subraya.

Cómo se reparten el trabajo

En la granja trabajan los tres hermanos: Emilio, Rosa y María, que tienen repartidas las tareas. “Yo me encargo del campo y de cosas un poco puntuales de la granja, como inseminaciones, hacer alguna vaca coja… Mi hermana Rosa es la que se encarga más del ordeño y María de la recría, pero si un día tenemos que rotar y sustituirnos, salvo el trabajo del campo, que ellas no lo hacen, lo demás sin problema”, explica el hermano.

Ganadería Bedollo trabaja 50 hectáreas de tierra entre alquiladas y en propiedad, de las que 35 hectáreas las utilizan para ensilado en bolas y el resto pastoreo. Aparte del ensilado y los pastos, para alimentación todo lo demás lo tienen que comprar y lo hacen a través de AgroCantabria.

“Nuestras 50 hectáreas las tenemos repartidas en varias fincas que no están muy lejos, a un radio de dos o tres kilómetros de la granja, pero son parcelas pequeñas y, como aquí la orografía es complicada, son difíciles de trabajar. Aquí no puedes poner maíz ni puedes hacer otras cosas que en otros sitios sí para bajar el coste de producción”, dice.

Particularidades del Valle de Soba

El valle de Soba es una zona montañosa de la zona oriental de Cantabria, que está atravesado por el río Gándara, afluente del Asón. Y, como nos explica Emilio, “se considera zona desfavorecida tanto por los accesos como por la orografía”. “Aquí la producción del terreno es inferior a lo que puedes tener en otros sitios. Y al final, tenemos otro problema añadido que es el ganado de carne. Hay una masificación de ganado de carne y esa gente está pagando mucho por el terreno, por lo que al final aquí cuesta hacerte con el terreno y para completar tenemos que tirar de forraje comprado y al final los costes de producción son más altos”, añade.

También es una zona en la que el turismo se está implantando en los últimos años, pero con el que, hasta la fecha, la ganadería “convive bastante bien” en palabras de Emilio, que subraya que, de hecho, “el valle de Soba es junto con Selaya, las dos zonas de Cantabria que más está aguantando la ganadería de leche”, aunque prevé que “en unos años sí habrá bastantes bajas por la falta de relevo generacional”.

Una de los motivos por el que el valle de Soba es una zona eminentemente ganadera es porque “la ganadería está más arraigada a las familias” que en otras zonas de Cantabria “donde igual es un poco más industrial”, apunta Emilio añadiendo que “ahora mismo en Soba no hay ninguna ganadería en la que puedas encontrar empleados externos”. “Aquí es muy difícil conseguirlos porque la gente no quiere venir aquí y lo que hacemos es automatizar todo lo que podemos a través de los robots de ordeño porque son ganaderías familiares que no van a crecer más en tamaño”, explica.

Compatibilizan sala y robot de ordeño

Respecto a esa automatización del ordeño, en ganadería Bedollo por el momento se está ordeñando tanto en sala como en robot de ordeño. Se están ordeñando unas 46 vacas en sala, una espina de pescado 2x6, y hay 104 vacas que se están ordeñando con un robot. “En el robot estamos intentando ordeñar las vacas con más producción y en sala el resto, pero no estamos rotando de un lugar a otro. En sala estamos a 2 ordeños y en el robot a una media de 3-3,1 ordeños/día. Y la idea de futuro -y esperemos que no sea muy lejano- es poner dos robots”, señala su propietario.

“Tenemos el robot desde hace 6 años y nosotros hemos llegado ya al objetivo marcado. Y ahora lo que queremos es meter el segundo robot, seguir con el número de vacas que hay e intentar mejorar un poco nuestra calidad de vida”, explica Emilio, que sin embargo reconoce que “la cifra de 57 vacas que ordeña el robot no es la cifra óptima”, pero que vino determinada por las instalaciones en las que se ha implantó el robot.

“Nos hemos adaptado a eso porque el volumen de dinero que nos suponía hacer una nave más grande no nos interesaba. Y lo que hicimos fue adaptar un robot a la nave que había. Y cuando metamos el otro, ahí también cabrán unas 50 y tantas”, destaca.

Las vacas están en estabulación con patios de goma en los pasillos, y los cubículos son de cama de colchoneta con compost por encima. Mientras que las vacas secas y novillas sí que salen al pasto cuando el tiempo lo permite, desde marzo hasta octubre-noviembre, según venga al año.

“Nosotros llevamos con colchoneta muchos años porque antes utilizábamos paja picada y teníamos un problema bastante importante con el purín, por lo que decidimos poner un separador y al separar del purín la parte sólida, que es lo que yo denomino compost, es lo que estamos aplicando sobre las colchonetas. Apreciamos mayor bienestar en los animales, siempre teniendo presente que la cama de colchonetas para la vaca no es lo ideal, pues no puedes comparar una cama de colchoneta con una cama de arena o de paja. Pero aquí no lo podíamos utilizar. Probamos con arena, pero teníamos bastantes problemas con el purín y decidimos poner colchonetas y están funcionando bien. Pero al meter el compost a mí me gusta más y reutilizas lo que tienes sin meter nada de fuera. Y al final haces menos volumen de purín”, señala Emilio.

Sin embargo, el sólido en su mayor parte no lo están usando para la granja, lo están vendiendo, para la ganadería usan principalmente la parte líquida para el compost. “Del separador te sale una parte sólida y una parte líquida, una parte de la parte sólida la utilizamos para encamar, para las terneras y novillas que están en cama caliente y para las vacas sobre las colchonetas y el resto que sobra se vende y la parte líquida que sale del separador es lo que aplicamos a nuestros campos. El sólido lo vendemos a gente a demanda que lo utiliza para tierras y hay otra gente que lo está llevando para prados. Generalmente la mayoría sale para Castilla”, explica.

En cuanto a bienestar animal, tanto por el convencimiento de buscar lo mejor para sus animales como por la rentabilidad de la propia ganadería disponen de muy diversos elementos y están certificados en bienestar animal por AENOR: “Tenemos puesto suelo de goma, colchonetas en los cubículos y un sistema de refrigeración que está compuesto por ventiladores y duchas, que a partir de determinada temperatura saltan de forma automática, pues hay una sonda que te mide la temperatura y la humedad en función del THI que tengas establecido”.

Experiencia en AFCA y el cooperativismo

Agrocantabria hace la recogida de la leche de Ganadería Bedollo cada 48 horas. Además, también pertenecen a AFCA desde 1985, cuando entraron en control lechero.

Su historia cooperativa sin embargo comienza en 2003, cuando empezaron en la Cooperativa SAM. “Desde entonces seguimos trabajando igual, o sea, cuando tenemos alguna duda, pues nos ceñimos a ellos, e igual cuando ellos tienen alguna inquietud, siendo un trabajo en equipo desde hace años”, añade. Para la reproducción y temas sanitarios también trabajan con la cooperativa, al igual que para la alimentación animal. “Ellos nos hacen la ración en función de lo que pidamos o de lo que demande el mercado. La partida de alimentación es la más cara, con diferencia. La siguiente sería el mantenimiento de maquinaria, instalaciones y robots de ordeño”, apunta.

Durante unos años Emilio perteneció a la Junta de Gobierno de AFCA, desde que la que estuvo trabajando por la ganadería de raza frisona de la región. “La experiencia fue buena, pero tras bastantes años me aparté para dejar que entrase gente nueva que yo creo que es lo que hay que hacer en estos sitios, porque al final no es tuyo, es de todos. Y también por las distancias, el tiempo y el crecimiento de nuestra granja, que exigía estar más en casa, lo que me hizo tomar la decisión de volver”, explica.

Gracias a esa experiencia, tiene una visión completa del trabajo de ganadero que le hace entender que hay cosas que cambiaría para mejorar la competitividad de las ganaderías de raza frisona. “Por ejemplo, considero que tanto el control lechero como la calificación son servicios muy importantes, pero habría que hacerlos de otra forma porque probablemente nos hemos quedado estancados en el tiempo con todas las herramientas que tenemos hoy. Ahora mismo, con los datos de los robots y las salas de ordeño, con la genómica y otras herramientas que hay, yo creo que no son necesarios. Y así la gente también daría más peso a la genómica y a otras herramientas a las que no se les está dando su importancia”, apunta.

Emilio propone, tanto en la calificación como en el control lechero, la idea de evaluar una muestra para calibrar cómo estás trabajando en tu granja tanto con tus animales como comprobar que tus robots de ordeño están recogiendo bien la información.

“Considero que ahora habría que dedicarse al asesoramiento y estar con la gente de otra forma porque esto va muy rápido y hay que ir de la mano de los ganaderos, no te puedes quedar estancado. Si al final sigues como estás, la gente tiene otras herramientas y se acabará buscando otras vías”, opina Emilio al respecto.

Apuesta firme por la genómica

Por el contrario, apostaría todo por la genómica, “una herramienta que hay que utilizar sí o sí porque está demostrado que las granjas que llevan tiempo utilizándola, tienen un gran salto de calidad y rentabilidad respecto a las que no lo utilizan”. Además, los resultados de utilizar la genómica considera que “son visibles en tu rebaño en un espacio de tres o cuatro años” por lo que recomienda “que cada ganadero elija el proveedor con el que se sienta más cómodo y use la genómica”.

El uso de la genómica en Ganadería Bedollo está centrado en rasgos de salud, pese a que inicialmente iban más a tipo, ubre y patas. Intentan seguir familias y nunca han hecho trasplante de embriones, sí usan semen sexado, y Angus para lo que no quieren criar. Y hay alguna época del año en la que también se utiliza convencional, pero muy poco. “He visto con el tiempo que al final las vacas no son tan bonitas como las de concurso, pero desde mi experiencia una vaca muy tipera es más baja en fertilidad que una vaca que busco por rasgos de salud y al final todo eso es dinero. Yo busco vacas eficientes y longevas. Otro ejemplo es que las vacas muy buenas en tipo también me dan problemas en el robot porque vienen con muchísimo ligamento”, explica.

¿Qué problemas afrontan los ganaderos de hoy?

Emilio, Rosa y María son todavía jóvenes y queda muy lejos el relevo generacional, uno de los grandes problemas de la ganadería en la actualidad. “Hoy la única opción de relevo generacional sería mi hija y no sé si seguirá o no seguirá, el tiempo dirá”, afirma.

Otro de los problemas que Emilio ve actualmente en el trabajo de ganadero es que “la burocracia se ha vuelto desbordante”. “Esto no hay ganadero que lo que lo aguante. Porque al final tú tienes tu trabajo, el día a día, que es lo que te gusta o lo que sabes hacer, pero lo otro lo tienes que hacer también. Y generalmente lo dejas para última hora y casi siempre estás desbordado. Y es un reto que va a ser difícil”, explica.

Tampoco soporta “la mala prensa de la ganadería”. “Creo que ahí tendríamos que hacer algo y combatir o contrarrestar a esa gente que está diciendo que somos tan malos y que estamos haciendo tanto daño porque al final aquí los que están hablando son ellos, nosotros no decimos nada. Pero tenemos argumentos y herramientas más que suficientes para rebatirlo, porque al final la ganadería lo que está haciendo es limpiar el medio ambiente como se está viendo ahora con el tema de derechos de huella de carbono, que lo que quieren es contabilizar los que tenemos nosotros para luego pasarle esos derechos a otras empresas como pueden ser empresas de aviación u otros sectores para limpiar la imagen de lo que están contaminando ellos a través de nosotros. Y eso no hay nadie que lo explique. Y yo creo que es lo que hay que hacer. Hay que explicar, y hay que decirle a la gente que, además de estar produciendo alimentos, estamos lavando la imagen o cuidando al medio ambiente, que no somos tan delincuentes como nos están tratando, pero no hay nadie que rebata esa gente”, dice.

Por último, también defiende el valor de las ganaderías intensivas frente a la mejor imagen de las extensivas, que en su opinión no generan tanta actividad económica a su alrededor como una ganadería de raza frisona intensiva como es Bedollo: “El ganadero de leche de cada seis euros que coge gasta 5,8 y en algunos momentos 6,2”, concluye.

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