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De Casa Hermógenes a Casa Cid, un paseo por varios hitos de la raza frisona gallega en España
Redacción Revista Frisona

De Casa Hermógenes a Casa Cid, un paseo por varios hitos de la raza frisona gallega en España

Reportaje publicado en el número 257 (sep-oct 2023) de la revista Frisona Española

De hito en hito. Así camina Casa Cid desde la Mariña Oriental lucense por los libros de Historia de la raza Frisona Española y gallega. Pues al privilegio de ser la única ganadería de Galicia que hasta la fecha ha conseguido una Vaca Gran Campeona Nacional, con Rosalía James en 2007; este año ha sumado convertirse en la segunda ganadería de España que ostenta el Campeonato Nacional en vacas rojas y holstein tras su triunfo como Vaca Roja Campeona Nacional 2023 con Ferreiro Rocío Jordy Red Roja, en este caso en copropiedad con G. Eloy, S. Filgueiras, Q. Serrabassa y Agriber.

Casa Cid representa un destacado capítulo de la Historia de la ganadería frisona gallega desde Barreiros (Lugo), en la Comarca de la Mariña y frente a un mar donde los barcos de pescadores viran el rumbo antes de que el Mar Cantábrico se dé la mano con el Atlántico. Un camino protagonizado por el duro trabajo de tres generaciones ganaderas, en un entorno natural privilegiado vinculado históricamente a la emigración, como se encarga de demostrar la historia de muchos de sus lugareños, incluida la de la familia Cid, por donde cruzan los peregrinos que se deciden por el bello Camino de Santiago del Norte y que resume la vida de muchas ganaderías de la zona buscando su porvenir, como hoy personifica Bonet Cid, tras sus padres y abuelos.

Un camino protagonizado por el duro trabajo de tres generaciones ganaderas, en un entorno natural privilegiado, por donde cruzan los peregrinos que se deciden por el bello Camino de Santiago del Norte y que resume la vida de muchas ganaderías de la zona buscando su porvenir, como hoy Bonet, tras sus padres y abuelos.

De Casa Hermógenes a Casa Cid, la historia de la ganadería regentada actualmente por Bonet Cid comenzó por tanto con su abuelo, Hermógenes Cid, y continuó después con sus padres, Narciso Cid y Fresina Salgado, hasta llegar a él, tercera generación de una familia gallega de tradición ganadera. “Mis abuelos hoy tendrían cerca de 100 años y empezaron a trabajar con vacas a los 20 años”, señala Bonet. De hecho, según los registros de CONAFE, la petición de cambio de denominación de Casa Hermógenes a Ganadería Cid realizada por Narciso se produjo en enero de 1994. Desde ahí a la actual Casa Cid tras la jubilación paterna, un bonito homenaje a sus padres y abuelos.

“Mi abuelo empezó solamente con un par de vacas. Aquellos años, en la década de los 40, eran distintos y además tuvieron que vender esas vacas para que una hermana de mi abuelo pudiese emigrar a Argentina. Se vendió por tanto el patrimonio de la casa. De modo que la familia de mi padre, que eran 7 hermanos, se quedó entonces sin vacas y la decisión fue poner lo que se denominaban “vacas puestas”, que es lo que hoy serían vacas de alquiler, y que ellos irían pagando después con los terneros que nacían. La leche, sin embargo, apenas se vendía porque era para sobrevivir y se destinaba a la gente de la casa. Además, eran vacas cruzadas, no frisonas típicas”, recuerda Bonet.

Porque la casa en la que actualmente vive Bonet junto a su mujer, Mari, y sus dos hijos, Xoel y Aldán, es una casa petrucial, que regentaron antes su abuelo y su padre como hijos mayores de sus familias, pues en el antiguo Derecho consuetudinario gallego, el padre que por edad ya no podía hacerse cargo del cultivo y cuidado del ganado, cedía la dirección del petrucio al hijo mayor, cediéndole el derecho a poseer y labrar el caserío que poseía la familia, debiendo él cuidar los padres y hermanos.

“Posteriormente, cuando mis tíos comenzaron a trabajar fuera, en la construcción, ganadería u otros oficios y empezaron a ganar su propio dinero, mi padre se quedó en la casa petrucial, como hiciera antes mi abuelo. Y una vez se casó con mi madre, juntos comenzaron a montar el germen de la ganadería en la que se ha convertido hoy”, explica para contextualizar este trozo de historia gallega y familiar.

Tras casarse, sus padres comenzaron a construir una pequeña granja con unos 20 animales inicialmente y solo compuesto por ganado vacuno frisón, sin cruce de razas. “Mi padre ya optó por la genética de la vaca Holstein o frisona y junto a mi madre empezaron a ordeñar y comercializar la leche a industrias como Leche Pascual, Leche Río o Reny Picot en una comunidad de bienes que duró más o menos hasta el año 2000, que es cuando yo me incorporé a la granja entrando como socio junto a mis padres en una sociedad civil. A partir de ahí crecimos un poco, tanto en infraestructuras de la granja como en animales -comprando unas 30 vacas entre 2000 y 2005-, hasta llegar al día de hoy en el que se ordeñan entre 90 y 100 animales”, recuerda.

“Mi padre ya optó por la genética de la vaca Holstein o frisona y junto a mi madre empezaron a ordeñar y comercializar la leche a industrias como Leche Pascual, Leche Río o Reny Picot en una comunidad de bienes que duró más o menos hasta el año 2000, que es cuando yo me incorporé a la granja".

En el camino transcurrido desde entonces, primero se jubiló su madre hace aproximadamente 12 años, por unos problemas de salud tras una operación de los hombros que le impedían seguir desarrollando su trabajo en la granja. De modo que continuaron la sociedad Ganadería Cid S.C. entre su padre y él.

Otro cambio importante se produjo en 2015, cuando por primera vez se sumó a la empresa personal ajeno a la familia, con la incorporación de un empleado. “Entonces ya habíamos externalizado el trabajo del campo, pero sí teníamos la recría y para estar un poco más holgados decidimos incorporar a un trabajador. Así durante 5 o 6 años, hasta que, en 2020, mi padre tuvo que operarse de unos problemas en una mano que le obligaron a jubilarse hace 4 años”, señala Bonet, que quedó como único propietario y cambió el nombre de la ganadería a Casa Cid en homenaje a la historia de su familia.

Esta nueva situación obligó a modificar la planificación del trabajo en la granja, incorporando a una persona más a la granja, como sigue trabajándose en la actualidad, con dos empleados más Bonet, y externalizando la recría a la Granja Gayoso-Castro tras un convenio con la Diputación de Lugo que la gestiona.

“También pasamos a 3 ordeños, lo que cambió los horarios de trabajo, pues el ordeño de la mañana empieza a las 6:00 y ese operario se queda hasta las 15:00, mientras que el de tarde está hasta las 23:00 horas. Antes en la granja terminábamos a las 8 o 9 de la tarde y ya no se volvía hasta el ordeño de la mañana. Estar más horas aquí implica tenerlo todo más controlado”, dice, añadiendo los 3 ordeños significaron un 15% de mejora en producción con la contrapartida de que la ingesta aumentó un 7%.

Los tres ordeños también han supuesto una mejora de las ubres. “Se ordeñan cada 8 horas y la salud de ubre es mucho mejor. Veo en mis primerizas cómo ha mejorado un montón la profundidad de ubre. También se ha mejorado en accidentes, llevar en la ubre 30-40 kilos no es lo mismo que llevar 15 kilos para desplazarse”, recalca.

Lo que no ha cambiado desde hace 15 años es la sala de ordeño, una 4x2 en la que antes el ordeño era centralizado con cuatro puntos al centro solo, que ha actualizado la distribución, pulsación, extracción, medición… y con la que su propietario sigue encantado pese a que muchos piensen que es una “locura” hacer tres ordeños diarios en una sala tan pequeña. “En realidad nos lleva unas dos horas cada ordeño y lo hace una sola persona en cada turno”, explica Bonet, que reconoce que alguna vez también ha pensado en poner robot de ordeño.“El ordeño robotizado es algo que me gusta y que aporta mucha información. Es algo que tengo en mente de cara al futuro”, señala.

Contratar personal también es “cada vez más difícil”, pero a diferencia de otros sitios, en Casa Cid los dos empleados trabajan en exclusividad con las vacas en producción.

“El rebaño actual ha menguado porque la recría la tenemos fuera de la granja, pero hoy tenemos unos 130 animales entre secas y en ordeño y terneras pequeñas antes de marchar al centro de recría. Las terneras se marchan con 10-15 días y vuelven a los 7 meses o 7 meses y medio de gestación”, destaca Bonet, que defiende su decisión de llevar la recría fuera explicando que “en granjas pequeñas” como la suya “es difícil tener todo muy bien loteado con sus debidas necesidades por el espacio y el tiempo”.

Cuando externalizaron la recría, las 10-15 hectáreas de terrenos que les quedaron libres, al no ser muy ricas para el cultivo del maíz, las destinaron a vacas de carne, que es la otra pata de la sociedad que conforma hoy Casa Cid: “Hoy tenemos unas 12 vacas madre con un toro para tener terneros, que están en el campo, y esas hectáreas las gestionamos en la propia granja para hacer bolas de silo destinadas a la pequeña empresa de carne. Por ello no tenemos apenas maquinaria agrícola, solo lo mínimo”.

Por otra parte, desde 2006 la ganadería de Bonet Cid empezó a trabajar con un sistema de mezclas húmedas, de la que se encarga una empresa con la que trabajan desde entonces y lo que hace es que le trae la ración diaria a la granja.

“Nosotros alquilamos a esta empresa unas 30 hectáreas de tierras de maíz y ellos se encargan de sembrar, cosechar y hacer todo. Nos pagan por el alquiler de esas fincas al año y nos traen la comida hecha. Viene el camión a las 8:15 de la mañana y toda la comida es aprovechada, no tienes mermas porque yo a la gente que viene le pongo los kilos por lote que me deben dejar. Únicamente puede haber unas variaciones de 50-100 kilos cuando hay problemas de calor. Además, en esta zona el cultivo principal de la ración es el maíz ensilado y la ración es única para todos los clientes”, explica.

En Casa Cid no tienen problemas con medioambiente, pero Bonet reconoce que, al ser una zona de agua, deben tener cuidado. “Los purines se llevan a las fincas de maíz y de pasto de las vacas. Pero en esta zona, como hay mucha agua, las granjas también producen muchos purines. Además, son tierras con mucha pendiente, afluentes, acuíferos, etc. y hay que tener mucho cuidado. Aunque este año precisamente hemos tenido problemas de sequía. Desde abril a julio ha llovido muy muy poco”, añade.

También hacen un ordeño mensual de control de calidad de la leche y en ese trabajo entra, desde la rutina del ordeño de los trabajadores, donde el veterinario hace una valoración de la higiene, la seguridad, etc. hasta el entorno o el bienestar de las vacas (bebederos, cubículos, camas, alimentación, espacio, limpieza). También se analizan las vacas con problemas crónicos o de células) e incluso el funcionamiento de la máquina de la sala de ordeño. Y de ese informe se sacan conclusiones muy positivas.

Preguntamos precisamente a Bonet sobre el bienestar animal, sobre el que hoy tanto las propias granjas como la industria exigen pasar numerosas auditorías. Pero como nos explica este ganadero gallego, siempre se ha tenido muy presente el bienestar animal porque “si las vacas no están bien, no producen y no son rentables”.

Las vacas en Casa Cid están estabuladas en cubículos desde la incorporación de Bonet. “Aquí las camas con colchoneta se destinan a vacas secas, pero en vacas en producción el 90% de las granjas están en estabulación libre con cubículos y camas de carbonato con serrín. También hemos usado cascarilla de arroz, paja, arena o viruta para probar precios, manejo y confort de las vacas”, explica.

Entre las continuas mejoras que afrontan las ganaderías, en Casa Cid por ejemplo ahora están cambiando el sistema de separación de cubículos, sustituyendo el hierro por plástico. “Cambiamos un lote de vacas adultas el pasado año y la verdad es que me encantan cómo están las vacas ahí. Con los hierros se pueden dañar y con este sistema de separadores la vaca se levanta mejor, sin problemas. Funciona también mejor para vacas que tienen algún problema de cojeras o calambres”, explica.

También tiene en mente, con el objetivo de ahorrar en costes energéticos, instalar algún sistema de energía renovable en la granja, como paneles solares por ejemplo.

Precisamente la rentabilidad de la granja es el principal reto al que se enfrentan los ganaderos. “La rentabilidad de los animales hay que buscarla independientemente del precio que obtengamos por contrato con la industria. Esa rentabilidad nos permite tener margen cuando los precios están más ajustados”, explica.

“Para seguir siendo solventes no podríamos bajar más de precio y para poder invertir y que los negocios prosperen necesitaríamos tener un precio sobre los 55 céntimos el litro”, reclama Bonet.

Echando la vista atrás, Bonet recuerda que el coste del litro de leche estaba en 33 céntimos en el año 2021, teniendo entonces un precio de producción muy elevado, rondando los 36 céntimos, por lo que no se explica cómo sobrevivieron. Y aunque en 2022 aumentó el precio de la leche a buen ritmo, el coste de producción también aumentó mucho por las subidas del pienso, gasóleos y electricidad. Hasta el día de hoy, en el que se cobra la leche a 485 euros la tonelada, 9,5 céntimos menos el litro de lo que la cobraban hasta hace poco, mientras que el coste de producción no ha bajado nada, situándose actualmente entre 45 y 46 céntimos en esta granja: “Para seguir siendo solventes no podríamos bajar más de precio y para poder invertir y que los negocios prosperen necesitaríamos tener un precio sobre los 55 céntimos el litro”.

A lo largo de los años, Casa Cid ha entregado la leche a diferentes industrias. Hoy se entrega a Leche Río, pero también trabajaron en sus inicios con Pascual, luego con un pequeño comprador durante 5-6 años, para volver a Leche Río, trabajar después con Leche Celta y volver de nuevo a Leche Río. Siempre buscando las mejores condiciones.

Apuesta por la mejor genética

El rebaño de Casa Cid siempre ha estado ligado a la buena genética desde que su padre tomó las riendas de la ganadería, utilizando siempre “buenos toros”, que en su día “eran toros probados en su mayor parte” y centrándose “en tipo y producción”.

Y para un juez de CONAFE, como no puede ser de otro modo, tiene una importancia fundamental la morfología de sus animales. “El tipo es importante para nosotros. Pero quizás en los años 2000 se tiraba más de tipo y ahora buscamos sobre todo vidas productivas. Un toro con DPR muy negativo, aunque sea bueno en tipo y producción, tampoco lo vamos a utilizar. Y dentro del tipo buscamos vacas con buenas ubres y patas, usando toros que marquen potencia”, añade Bonet.

Precisamente por su faceta como juez de CONAFE, Bonet hace un inciso sobre lo que ha observado respecto a ubres y patas en la raza frisona española en los últimos años.

“Si analizamos la genética en España, hay caracteres que han mejorado mucho, como las ubres. Hoy se ven vacas con buenísimas ubres e igual hace 20 años no existía ese carácter tan marcado, lo que denota que la gente lo ha trabajado mucho. Pero no sucede así con las patas, que no solo son importantes para genética, sino también para manejo y recría. Es un aspecto en el que tenemos que hacer más hincapié”, dice.

A ese exhaustivo trabajo genético para mejorar las patas y movilidad de sus animales que hace en su propia granja suma preventivos de arreglos de pezuñas mínimo 2 veces al año y el pediluvio no solo por cojeras sino también por desinfección de patas, una vez a la semana o cada 15 días, algo “muy importante incluso para evitar accidentes”.

Sin embargo, todavía no ha dado el paso a genotipar su rebaño, aunque reconoce que “la genómica es una herramienta muy útil para los ganaderos” y que, aunque hoy no la usa todavía, la tiene en mente para un futuro: “En mi caso, utilizo toros sexados para primerizas y novillas y depende de la vaca uso semen convencional o azul belga para vacas de carne. Como tengo una cabaña de animales no muy grande, controlo las familias que transmiten mejor y entonces voy organizándome sin la genómica”.

El triunfo de Rosalía en 2007

Cuando Rosalía James se proclamó Vaca Gran Campeona Nacional CONAFE en 2007, sus propietarios estaban construyendo una zona con seis boxes individuales en la que alojar a vacas destinadas a concursos de raza frisona. Hoy, esa amplia zona, que Bonet nos confiesa que podría destinarse a 30 vacas en producción, solamente está ocupada por cuatro animales, entre los que, por supuesto, se encuentra Ferreiro Rocío Jordy Red Roja, flamante Vaca Roja Campeona Nacional CONAFE 2023.

“Mucha gente me dice que estoy loco porque estas vacas de concurso producen también mucho, pero mis 4 vacas de concurso producen por 4 vacas, no por 30, que son las que cabrían en esta zona de la granja. Pero a mí las vacas de concurso me apasionan. Ir a concursos, enseñarlas e invertir en ellas es un hobby”, dice.

Porque estos animales, además de estar separados para evitar accidentes, también tienen un manejo y una alimentación diferente. Solo comen forraje, heno y pienso, mientras que las vacas de producción comen exclusivamente unifeed.

Esta afición por los concursos de raza frisona le viene desde la infancia. Bonet nació en 1983 y su padre comenzó a ir a concursos comarcales en 1988 “para aprender y juntarse con otros ganaderos”. “Mi padre hacía 4-5 concursos al año. También iba al regional y en 1991 empezó a ir al Nacional, que se hacía entonces en Silleda. Yo empecé a ir con él de pequeño y al final compartes esa afición con tu padre”, recuerda.

A diferencia de Rosalía, que era una vaca de la familia, Rocío, la actual Vaca Roja Campeona Nacional, es una vaca comprada hace muy poco, a principios de verano a una ganadería casi vecina, cercana a Ribadeo, y que Casa Cid la tiene en copropiedad con G. Eloy, S. Filgueiras, Q. Serrabassa y Agriber. Bonet reconoce que las sensaciones de ambos triunfos fueron distintas porque cuando ganaron con Rosalía en 2007 “fue un grandísimo orgullo para la granja, la familia y también para FEFRIGA porque era la primera vaca gallega en ganar un Nacional como Vaca Gran Campeona”.

“Para una ganadería que va a concursos lo más grande es ganar su Nacional, sea de Rojas o Holstein. Es como para un juez, también el orgullo más grande es juzgar su Concurso Nacional", destaca Bonet.

“Para una ganadería que va a concursos lo más grande es ganar su Nacional, sea de Rojas o Holstein. Es como para un juez, también el orgullo más grande es juzgar su Concurso Nacional. En mi caso, juzgar el Nacional de CONAFE en 2016 es de lo que me siento más orgulloso como juez. Y ahora ganar con esta vaca el Nacional de Rojas también ha supuesto un orgullo. Es algo que te da una gran satisfacción”, destaca.

Por último, hablamos con Bonet sobre su visión de la evolución de la raza frisona y el futuro del sector en España desde su triple condición como ganadero, juez y formador.

“La cabaña de holstein o frisona española ha mejorada mucho. Desde 1990 ya podemos ver una gran evolución de las vacas. Pero desde el año 2010 creo que la evolución ha sido aún superior. Antes veías campeonas como las de Madison y parecían inalcanzables, pero hoy en día la vaca que ha ganado los últimos años en España, la Ariel, está a la altura de cualquier vaca que pueda ganar cualquier concurso internacional. Sin embargo, antes de 2010 nuestras vacas iban a concursos internacionales y no estaban nunca entre las 3 primeras”, dice.

En cuanto a su condición como formador en las Escuelas de Jóvenes Manejadores y Ganaderos, subraya la importancia de estas formaciones, cuya inversión luego se revierte en el sector, y en las que vuelve a notar un auge desde hace cinco años. Y pone el ejemplo de las formaciones realizadas por CONAFE en el Instituto Luces, de Colunga (Asturias). “En Luces los jóvenes aprenden sobre concursos, pero también se conocen, hablan de las ganaderías de sus familiares, crean vínculos entre ellos, crean grupos de amistad y fomentan el sentimiento de pertenencia este sector”, dice.

Despedimos la visita con misma defensa de los concursos de raza frisona. “Es cierto que a los ganaderos nos cuestan mucho dinero e igual el porcentaje de socios que vamos a los concursos es mínimo, pero hay que valorar que con ellos damos prestigio a nuestra raza frisona española en el mundo. Hoy el Nacional de Gijón es reconocido a nivel mundial”, concluye con orgullo. Brindamos con leche por ello.

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