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Visitamos la ganadería Rosado Hontanilla
Redacción Revista Frisona

Visitamos la ganadería Rosado Hontanilla

Reportaje publicado en el número 258 (nov-dic 2023) de la revista Frisona Española

Viajamos a la localidad toledana de Talavera de la Reina en cuyo término Francisco Rosado decidió montar una ganadería lechera. Compró una finca –la misma donde están ahora– y con cinco vacas, el padre de los hermanos Javier y Jorge echó a andar. Corrían los años 70 y desde entonces han pasado muchas cosas: vacío sanitario en 1985; compra de novillas alemanas, que supone el principio del crecimiento, alcanzando las 45 vacas en ordeño; incorporación de los hijos a finales de los 90; renovación de las instalaciones… hasta llegar a tener 4 robots de ordeño y más de 250 vacas en lactación. Así resumen los hermanos Rosado la historia de su ganadería que en la actualidad cuenta con un rebaño de 412 cabezas.

Vídeo: Ganadería Rosado Hontanilla (Talavera de la Reina, Toledo)

El camino no fue fácil. El rebaño fue creciendo con la recría hasta que, a finales de 2017, un positivo en tuberculina se llevó al matadero en pocos meses a 75 animales de los que el 80 % eran novillas a punto de parir o recién inseminadas. Esto les obligó a comprar 70 animales, esta vez, de Francia, lo que les ha permitido llegar a 2023 ordeñando más de 200 vacas.

Afortunadamente, cuando saltó el brote de tuberculosis, tenían asegurados los animales. “Por una cabezonería mía –reconoce Javier– porque mi padre y mi hermano no querían hacer seguros. Acabábamos de hacer una inversión grande en instalaciones, cubículos y demás y les dije que teníamos que cubrirnos las espaldas por si teníamos una desgracia. Y mira tú por dónde, a finales del 2017 fue cuando pasó”.

Las instalaciones

Hasta 2005 las vacas de Rosado Hontanilla estaban en cama caliente, pero un comercial les habló de la experiencia de las ganaderías en Israel, donde estaban utilizando el rotavator o cultivador para tratar las camas y echar muy poquita paja y decidieron pasar a la cama fría. Los resultados fueron tan buenos que llegaron a plantearse hacer las nuevas instalaciones con este sistema, pero, al no poder conseguir todo el espacio que necesitaban, se decidieron por los cubículos con cama de arena, otra opción que también les gustaba.

“Llegamos a 2016 –es Javier quien habla– con la cama fría en un patio muy grande, mitad de hormigón y mitad de tierra. Fuimos creciendo y nos vimos obligados, porque queríamos seguir aumentando el rebaño, a hacer una inversión fuerte en las naves nuevas. Para las vacas de producción se hizo todo nuevo: primero una fase para 120 vacas y en el 2021 terminamos la segunda fase, que fue para otras 120 vacas. Las instalaciones que había antes se han quedado para las secas, preparto y recría.” Porque la recría siempre se ha hecho en la granja, ya que tienen terreno suficiente y mucha comida.

"Fuimos creciendo y nos vimos obligados a hacer una inversión fuerte en las naves nuevas porque queríamos seguir aumentando el rebaño. Para las vacas de producción se hizo todo nuevo: primero una fase para 120 vacas y en el 2021 terminamos la segunda fase, que fue para otras 120 vacas. Las instalaciones que había antes se han quedado para las secas, preparto y recría,” nos cuenta Javier.

Como explica Jorge, tienen en propiedad 25 hectáreas y otras alquiladas, hasta llegar a unas 80 a doble cultivo. En invierno siembran algo de raigrás, maíz y alfalfa y lo emplean todo para la alimentación de sus animales, comprando solo el pienso compuesto y algo de paja para las camas y para dar a las secas y novillas. Aunque el tema medioambiental está complicado por el uso de herbicidas, el manejo de los purines, etc. de momento, nos dicen, se van ajustando a las medidas, tienen fosa para los purines, hay agricultores que también se lo llevan y está previsto hacer dos o tres plantas de biometano en la zona.

De la gestión de la granja se encargan los dos hermanos con la ayuda de dos empleados. “Javier viene por las mañanas y se encarga de meter los retrasos en el robot y de las inseminaciones y yo vengo por las tardes y me encargo de la alimentación, de la maquinaria y todo eso” nos cuenta Jorge, a lo que Javier añade que la decisión de poner los robots se tomó porque eran solo dos personas (él y su padre) haciendo tres ordeños en una sala en espina de pescado que comenzó siendo de 5 x 5 central, pasó a 10 y acabó en 21, con retiradores, pero sin identificación ni medidores porcentuales.

Y llegaron los robots de ordeño

En 2016 “teníamos las vacas muy limpias y tardaban muy poco en ordeñar –recuerda Javier– y nos dijimos “nos sobra un montón de tiempo… vamos a hacer tres ordeños”, así que se pusieron a ello. “Al principio la adaptación fue bien –continúa el mayor de los hermanos Rosado– porque teníamos una buena sala de ordeño, pero según fuimos creciendo, la cosa se fue complicando. A esto se unió que nuestro padre se iba haciendo mayor y que mis responsabilidades familiares eran también mayores. Además, nunca hemos dejado el ordeño a otros que no fuéramos nosotros. Así que en 2021 comenzamos a trabajar con 4 robots, 2 en cada patio”.

La adaptación a los robots fue muy buena; más para las vacas que para los ganaderos, que durante los primeros días tuvieron que seguir ordeñando en sala y apenas dormían para romper el ciclo de las vacas, acostumbradas a los horarios de los tres ordeños. Les dijeron que sería complicado llegar al mismo nivel, pero en dos o tres meses consiguieron llegar a los 3,02-3,03 ordeños por día. “Hemos estado mucho más alto, pero la enfermedad del mosquito, la EHE, ha sido un palo –se lamenta Javier–. Estábamos en 44 litros y a mediados de agosto bajamos a 30; y de más de 3,2 ordeños, y bajamos a 2,8. Ahora se van recuperando, pero les está costando levantar cabeza”.

Esto se ha reflejado en la bajada de producción y de fertilidad, que les ha llevado a deshacerse de alguna vaca, aunque no ha sido problema porque tiene reposición suficiente. “Yo creo que estamos por encima de lo que realmente necesitamos”, afirma Javier. “Nunca hemos vendido y no es nuestra intención hacerlo. Nuestra idea es quedarnos con unas 240 vacas y mantenernos ahí; que sea una explotación fácil de llevar, no complicarnos mucho la vida, porque si crecemos en animales también vamos a tener que crecer en agricultura y no queremos entrar en eso; buscamos el término medio para poder funcionar y estar bien, tanto físicamente, sin agobios, como económicamente”.

“Con el robot –explica Jorge– empleas una hora y cuarto por la mañana y otra hora y cuarto por la tarde. El robot valora las que no se han ordeñado o tuvieron poca producción, para que puedas ver qué ha pasado con ese animal. Así, al llegar a la granja tienes el 98% de animales ordeñados y solo tienes que emplear ese tiempo en los retrasos y limpieza de robots”.

Los dos hermanos coinciden en que el balance con los robots es muy positivo, su calidad de vida es mucho mejor y el bienestar de las vacas, más. Aprecian la flexibilidad que dan los robots en comparación con los horarios rigurosos de la sala de ordeño. “Con el robot –explican– empleas una hora y cuarto por la mañana y otra hora y cuarto por la tarde y ese tiempo lo empleas en controlar las vacas que no han pasado y en meter los retrasos. El robot valora las que no se han ordeñado o han tenido poca producción, para que cuando llegues puedas ver qué ha pasado con ese animal. Así, cuando llegas a la granja y tienes el 98% de los animales ordeñados, solo tienes que emplear esa hora y cuarto entre los retrasos y la limpieza de los robots”.

En un tiempo en que la información es imprescindible, los hermanos Rosado valoran mucho los datos que les facilita el robot de ordeño porque les ayudan a la hora de seleccionar morfológica y productivamente. “Miramos muchísimo la rentabilidad de una vaca desde su inicio de lactación porque puedes ver las lactaciones anteriores y valorar si ese animal realmente merece la pena mantenerlo o no”, afirman, además de otros datos como las células somáticas, también de gran ayuda.

Alimentación y cuidados

En Rosado Hontanilla tienen externalizadas dos de las tareas más importantes de la ganadería: la sanidad y la alimentación.

La clínica y el reproductivo lo hacen con veterinarios de la Cooperativa de San Francisco de Asís. Todo lo que sea clínico y reproductivo lo hacen ellos. Con esta cooperativa trabajan también para la entrega de la leche, compra de concentrado, gestiones administrativas, etc. Ahora, además, la cooperativa tiene previsto adquirir carros para la alimentación en las granjas.

La podología la lleva Javier Sáez, con quien llevan varios años trabajando muy bien, aunque reconocen que ahora no están haciendo tratamientos preventivos. “Y está mal; estuvimos haciéndolos unos años y por circunstancias, lo dejamos, pero los tendríamos que volver a hacerlo”, subrayan. Además, para funcionar bien en el robot, las vacas tienen que estar muy bien de patas.

Para la nutrición cuentan con el asesoramiento de Santiago Tarazona, técnico de SETNA, que formula las raciones y más o menos se adapta a lo que producen, buscando siempre la producción de leche.

Selección genética

Para los temas de selección confían plenamente en Diego Jerónimo, secretario ejecutivo de Africama, la Asociación Frisona de Castilla-La Mancha. “Es una persona que conoce muy bien el sector y el mercado de sementales. Además, conoce mi explotación y mis vacas casi mejor que yo porque le encanta este mundo. Sabe lo que nos gusta y lo que buscamos; siempre buenos toros de tipo y de ubres y patas, pero no deja nunca de lado la leche. Te busca siempre el toro equilibrado y la verdad que muy bien”, afirma Javier.

Siempre buscando patas y ubre, para ellos es fundamental. Y mirando también la colocación de pezones, que es muy importante. Por eso creen que ha sido más fácil la adaptación a los robots de ordeño.

También la longevidad es importante, con una media de permanencia en el establo de tres partos. Este parámetro también se vio afectado por la EHE, como los comentados antes de bajada de la producción, de la fertilidad, problemas con la recría, de patas, subida de las células somáticas, mastitis…

Las terneras están en dos parques de amamantadoras y se acaban de destetar en los patios. “Jugamos mucho con los espacios en función de la recría que tenemos. Nuestra intención era hacer una nave nueva para las terneras, pero en este punto disminuiremos los animales de lactancia porque ya no necesitamos tantos para crecer”, explican.

Vivir con calor

El clima en la zona de Talavera de la Reina es continental, con inviernos fríos, veranos calurosos y fuertes oscilaciones térmicas. Por eso disponen de buenos sistemas de ventilación. “Efectivamente, los veranos son muy duros, hay días que llegamos a los 44 grados y tenemos semanas que no bajamos de los 30 ni de noche. Lo tuvimos muy en cuenta al hacer las nuevas las naves, que como podéis ver, son muy abiertas y están muy ventiladas. Tenemos también duchas e incluso los ventiladores de camas porque sufrimos veranos muy secos; son difusores que no llegan a mojar, pero refrescan la zona de cal y la verdad que van muy bien. Hemos tenido muy buena reproducción y producción en los últimos 2 veranos. Esta primavera tuvimos picos de producción de 48 litros.

Como comentaron antes, entregan la leche en la Cooperativa San Francisco de Asís. “No por estar en la cooperativa tienes mejor precio –explican–, pero estás arropado por una entidad que se creó en la década de 1950 y tiene ya un nombre y está muy bien considerada en el sector lácteo”.

"Cuando te gustan tanto las vacas y quieres que tu ganadería sea eficiente, tienes que proporcionarles toda la comodidad posible, por eso todas las inversiones han sido siempre pensando en el bienestar de los animales y una vez que implantas algo de tecnología en la granja y ves los resultados, te das cuenta de que es lo mejor que podías haber hecho."

La herencia de Francisco

“Hay poca gente a la que le gusten tanto las vacas como a nuestro padre”, afirman orgullosos Javier y Jorge, del que han heredado la pasión por las vacas y la afición a los concursos. De hecho, a sus 73 años, Francisco pasa mucho tiempo en la ganadería, aportando su experiencia y sus opiniones. “Cuando estuvimos negociando la compra de los robots –recuerda Javier– él no quiso saber nada porque le gustaba el ordeño, pero ahora dice que es lo mejor que hemos hecho; le gusta analizar las pantallas”. Aunque prefería que hubiesen estudiado, es una satisfacción para Francisco que sus hijos se hayan quedado en la granja y la hayan hecho crecer. ¿Y los hijos? “Pues de maravilla”, dice Jorge. “El único problema –añade– es que con todo lo que se invierte, no haya un beneficio mayor, pero como estoy tan a gusto, es como si no trabajara”.

Participación en proyectos de CONAFE

En línea con su idea de que disponer de toda la información posible es esencial, han comenzado a colaborar en el proyecto del grupo operativos GO_Amsos 360 de CONAFE. Como explica Jorge, hace unos meses CONAFE contactó con ellos para poder recopilar datos de toda la información que dan los robots de ordeño y poder realizar estudios sobre posibles patologías de un animal: “Llevamos poco tiempo colaborando, pero consideramos importantísimo tener más información sobre el futuro, o mejor dicho el presente, que son los robots de ordeño, tan diferentes a salas convencionales. Cuanta más información tengamos, mejor para nosotros y para todo el colectivo de ganaderos”.

“Por otro lado –explica Javier– tenemos genotipada solo parte de la recría y no le hemos sacado todo el provecho que deberíamos a esa información. Ahora, por participar en el proyecto AMSOS 360, CONAFE nos va a genotipar todo el rebaño adulto y también tendremos descuentos del 50% para el genotipado de la recría y aprovecharemos la oportunidad, porque a nosotros no nos gusta crecer comprando animales, sino hacerlo con nuestra recría. Como ya no queremos crecer más porque hemos llegado al número que consideramos óptimo, es el mejor momento para genotipar y poder seleccionar realmente los animales que merece la pena tener aquí ahora”.

El futuro

“En estos momentos el relevo generacional está muy complicado –afirma Javier–. Mi hermano no tiene hijos y yo tengo tres, pero hoy día tener una ganadería es muy difícil. Es mucho el dinero que hay que invertir y si en el futuro se quiere quedar alguno de mis hijos, no sé si podrán asumir la parte de mi hermano. A mí me gustaría que compaginasen la ganadería con otro trabajo, veterinaria o lo que les guste, porque hoy se puede. Lo importante es que se dediquen a lo que se dediquen, lo hagan lo mejor posible”. “Nosotros a medio y largo plazo nos vamos a mantener con las 240 vacas, solo con mejoras para vivir mejor, poca mano de obra, ahorro energético, eficiencia en alimentación, y tener una ganadería que sea cómoda y agradable para trabajar. La mano de obra hoy está muy complicada, cada vez encuentras menos personal cualificado que quiera trabajar los 365 días del año y lo tienes que suplir con la tecnología. Pero afortunadamente hoy sí se puede. Así que –concluye– en esa línea seguiremos, porque qué oficio hay mejor que ser ganadero”.

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