Cómo salvar a una vaca con un poco de agua y sal de una mastitis colibacilar aguda
Artículo técnico publicado en el número 211 de la revista Frisona Española
De mis primeros tiempos como clínico hay muchos casos que permanecen en mi memoria. Primeros casos de muchas enfermedades, partos, cirugías, etc., que por el hecho de ser la primera vez que me enfrentaba a ellos, los tengo grabados en la cabeza. Muchos de aquellos casos posteriormente se convirtieron en rutinarios, ya no te vuelven a impresionar y con el tiempo se olvidan, pero aquellos en los que el desenlace no fue el deseado, permanecen en la memoria.
En uno de esos casos que no olvido, estaba al lado de una vaca caída poniéndole suero intravenoso casi de forma desesperada, a la máxima velocidad que permitía el tubo de plástico del gotero y la aguja de mayor calibre que tenía. En el suelo tenía unas diez botellas de litro, ya vacías, y una caja con otras tantas llenas. Se trataba de una vaca con pocos días parida, muy deprimida y con los ojos hundidos. El vaquero la tocaba de vez en cuando una oreja y exclamaba – ¡Tiene muchísima fiebre! - Cuando la exploré observé que el corazón latía muy deprisa, con una taquicardia de más de 120 latidos por minuto y se oía muy débil; y al ponerle el termómetro la temperatura era de 37ºC, más baja de lo normal.
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Artículo técnico publicado por Juan Vicente González Martín en el número 211 de la revista Frisona Española.
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