Ganadería Rueda, un modelo de eficiencia ganadera desde la Campiña sevillana
Reportaje que se publicará en la revista Frisona Española 264 (nov-dic 2024)
Tres generaciones después, la ganadería Rueda de la localidad sevillana de Marchena sigue mirando al futuro de la mano de Jesús, que ha seguido los pasos de sus padres, tíos y abuelos para ejercer la bonita profesión de ganadero en La Campiña hispalense. Hoy, con una total robotización de la granja para “ganar en calidad de vida”, como subraya su propietario, y con el doble propósito de rendir tributo a su padre, para el que esta ganadería “era su vida”, y hacer realidad su propia y temprana vocación ganadera.
La familia Rueda es de Marchena (Sevilla) y el origen de la ganadería de tercera generación que tienen hoy está en la granja del abuelo de Jesús, que se disponía alrededor de su casa. Cuando su abuelo se jubiló, regaló unas pocas vacas a cada uno de sus hijos y a partir de ahí su padre y su tío “empezaron a crecer” hasta tener unas 140 vacas en ordeño, por lo que la zona donde su abuelo empezó ya se quedó pequeña para la cantidad de animales que tenían.
“La ganadería viene de mi abuelo paterno, que empezó con 5 o 6 vacas, como se hacía antes. Después se unieron mi padre y mi tío, que posteriormente montaron juntos una granja en común, la antigua que teníamos antes y que no estaba en el lugar en el que estamos ahora. A esta llegamos a finales de 1998 porque la antigua ya se les quedó un poco pequeña a mi padre y mi tío. Pero en ese momento, como los dos ya tenían hijos, optaron por hacer dos granjas gemelas y hacerlas independientes”, recuerda Jesús.
Al desplazarse al sitio actual, con las dos granjas gemelas, se repartieron la mitad del ganado en dos lotes para tener unas 60 vacas en ordeño cada uno. “Aquí ya empezaron a crecer de forma independiente, pero paralela, hasta tener unas 140 vacas en ordeño cada uno, lo que tenían antes entre los dos”, añade Jesús.
El padre de Jesús, Juan María Rueda Giraldo, falleció hace 7 años, cuando le quedaban apenas un par de meses para su jubilación. “Si tu padre viera esto ahora”, le dice orgullosa su madre. “Y yo también creo que sí -afirma este joven ganadero sevillano-. Pienso que si me viese estaría orgulloso de ver que hemos seguido creciendo y mejorando y manteniendo esto que ha sido su vida. Porque para él en vida ya era un orgullo que siguiese sus pasos y, además, mi padre conmigo tenía algo especial y he estado siempre muy apegado a él. ‘Tú eras como un gorrioncillo que siempre iba debajo de mi brazo y adonde quiera que fuese iba enganchado detrás de mí’, me decía mi padre de niño”.
“Si tu padre viera esto ahora”, le dice orgullosa su madre. “Y yo también creo que sí -afirma este joven ganadero sevillano-. Pienso que si me viese estaría orgulloso de ver que hemos seguido creciendo y mejorando y manteniendo esto que ha sido su vida. Porque para él en vida ya era un orgullo que siguiese sus pasos y, además, mi padre conmigo tenía algo especial y he estado siempre muy apegado a él.”
Desde que tenía 15 años, Jesús trabajaba con su padre y entre el trabajo en la granja y que vivía con ellos antes de casarse pasaban las 24 horas juntos. “Mi intención de seguir adelante con esto, aparte de que me gusta, era porque esto era la vida de mi padre y la mía, y era como un tributo y un homenaje a mi padre. Entonces una vez decidí seguir adelante con la granja, lo que quise es darle otro enfoque para tener un poco más de calidad de vida y disfrutar de lo que él tampoco pudo disfrutar”, explica.
Entre otras cosas, en el último año y medio se han montado 2 robots de ordeño, una nodriza para amamantar a las terneras, un arrimador de comida y u robot de limpieza. “Decidí darle un cambio a esto porque conseguir mano de obra es muy complicado y llegué a un punto en el que me planteé cerrar la granja porque el tema del personal me tenía un poco agobiado. Los robots además me permiten darle unas condiciones al personal que se adaptan a la calidad de vida que hoy día pedimos todos. La decisión se tomó por eso y ahora trabajamos cuatro personas: dos empleados externos junto a mi mujer, que es la que lleva el tema administrativo, y a mí”, explica.
La última gran inversión de la granja ha sido por tanto los dos robots de ordeño. El primero de ellos se arranchó en marzo de 2023 y las vacas se adaptaron mucho mejor de que esperaban. Antes tenían una sala de ordeño en tándem, una 4 x 2, y ordeñaban entre 140 y 145. Y con los robots, aunque al principio tenían que “estar arrimando animales”, todo “ha mejorado bastante”, según su propietario, que añade que “en condiciones normales estarían en una media de 3 o 3,1 ordeños por vaca día”, pero que tras el verano están en una media de 2,77 ordeños por vaca/día “hasta que los animales se estabilicen en estos meses posteriores del verano”.
La vocación por la ganadería
Jesús siempre tuvo clara su vocación y desde que tenía 12 años, cuando todavía estaba en el colegio, ya tenía claro que quería ser ganadero y, aunque todos le recomendaban que primero estudiase otra cosa primero, él lo tuvo siempre claro. “Gestionar una granja, la vacunación, reproducción, alimentación animal… son muchas cosas que hay que gestionar para que los trabajadores tengan lo que necesitan. Aunque no tenga los estudios, el día a día aquí también me ha enseñado muchas cosas”, subraya.
Fátima y Jesús llevan más de 19 años juntos y aunque la primera vez que su mujer vio una vaca fue en la ganadería y le daba pánico acercarse, hoy trabaja junto a su marido, que delegó en ella todo el trabajo administrativo y le ayuda en lo que hace falta. De hecho, cuando estaban solamente su padre y él, quien ayudaba a Jesús cuando su padre no estaba era Fátima. Y cuando el que descansaba era Jesús, quienes se quedaban al frente de la granja eran su madre, María del Carmen Díaz Fernández, y su padre.
El rebaño de la ganadería Rueda asciende a 249 animales en total, con 116 vacas en ordeño y 24 vacas secas. Anteriormente, para ir creciendo, Jesús nos indica que han comprado vacas procedentes de Francia o Alemania, pero que llevan ya “por lo menos 6 o 7 años en los que no entran animales de fuera por prevención sanitaria” e intentan tener siempre reposición de hembras suficiente para no comprar. “El objetivo es que la granja sea un núcleo cerrado y nos autoabastezcamos con nuestra recría”, añade.
La producción actual está en 36,1 litros de leche por vaca/día, con 3,70% de grasa y 3,45% de proteína en estas primeras semanas posteriores al verano, aunque la media durante el año está alrededor de los 40 litros. “Incluso antes de tener los robots hemos estado en 41 y medio o 42 con dos ordeños. Pero es verdad que arrancamos en marzo de 2023 con el tipo de ordeño actual y tras el primer año llegó el verano, por lo que hasta ahora no vamos a empezar a ver el rendimiento real del robot. La estimación que tenemos es llegar a 41-42 litros por vaca y día”, agrega.
Buscando mayor calidad de vida
Una de las grandes diferencias entre la gestión actual y la tradicional que se hacía antes está en la búsqueda de una calidad de vida como la que disfruta hoy un trabajador de cualquier otro sector. Por ello, Jesús reconoce que prefiere no prescindir de ninguno de sus dos empleados externos actuales, lo que, unido al grado de robotización de la granja, les permite irse de vacaciones con cierta tranquilidad. “Antes mi tío y mi padre las vacaciones que tenían era porque cuando se iba uno el otro se quedaba al cargo de las dos granjas, pero claro esa semana se iba de las manos el trabajo”, recuerda.
De sus dos empleados, el que lleva más tiempo sabe hacer casi todo (alimentación, robots, recría) y el otro, que lleva menos tiempo, está más centrado en ordeño y recría, pero la intención es que también sepa sobre alimentación animal por si falta el resto.
“Además, ahora todo está muy controlado desde el móvil. Si te vas unos días libres, mientras te tomas el café por la mañana repasas desde el móvil todo y te permite controlar la granja”, explica.
También tienen diversos servicios externalizados, como la nutrición animal, que lleva Alltech Spain. Un veterinario que trabaja en esta empresa visita la granja cada 15 días, hace un cribado de la comida para ver si está bien y recoge muestras de silo. En Rueda producen un 30-40% de las materias primas que incluyen en la ración, por lo que casi todo lo tienen que comprar. “El especialista formula la ración y en función de eso le proporcionamos nosotros las materias primas”, agrega. La base territorial destinada a cultivos asciende a 50 hectáreas, pero no todas las dedican a la alimentación de los animales, pues parte la dedican para vender grano.
Para los trabajos de podología bovina, cada 7 u 8 meses viene un podólogo bovino de Portugal a dar el repaso al rebaño. “Lleva muchos años viniendo por aquí y trabajaba ya con mi padre. Hace muy buen trabajo y estamos muy contentos con él”, señala. Y para temas de salud animal, cada 15 días un veterinario visita la granja para hacer un diagnóstico y comprobar las preñadas y las recién paridas.
Cooperativa Fontaleva S.C.A.
También pertenecen a una cooperativa que comparten entre 5 o 6 socios y que se encuentra en la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía. “El servicio que nos da es el pienso compuesto, pues tenemos un molino allí montado, también tenemos el botiquín y el tema de la contabilidad de la cooperativa en sí porque todas las materias primas, medicinas, todo lo que se pide se hace a través de la cooperativa. Incluso para la entrega de la leche, la vendedora es la cooperativa y cuando recibe el pago de Puleva, nos paga a nosotros. Con la cooperativa llevamos trabajando desde que tengo uso de razón de los tiempos de mi padre y mi tío”, explica.
Puleva también le exige el certificado de bienestar animal. Cuando les hacen las auditorías, como es una granja en la que siempre se ha estado invirtiendo, cumplen con creces cualquier exigencia en este sentido: número suficiente de bebederos y espacio por animal, ventiladores y cow cooling (refrigeración por agua) automatizados con sensores de temperatura y humedad, etc.
Las instalaciones por su parte se componen de dos naves principales con 2 pasillos de alimentación. Al inicio de una de ellas se encuentran los boxes de las terneras, a continuación, hay un parque con la amamantadora, en el que también mantienen a los machos para cebadero unos 15-20 días hasta que se los llevan.
“Nuestra recría está en los boxes unos 10 días, durante el encalostramiento, luego pasan a la amamantadora, que se les da leche en polvo y se les pone su crotal y el chip. Aquí están unos 75 días aproximadamente y luego pasan al siguiente corral, que es el de destete, onde estarán un par de meses más o menos, hasta que cogen una cierta talla para pasar al siguiente corral. Luego tenemos otro en el que hay animales de 6 meses a 8 meses. Y otro que es donde llegan las novillas casi hasta el año. Las seleccionamos por edades para que no haya competencia entre ellas a la hora de comer ni al socializar”, subraya.
A continuación, tendría una de los dos naves de vacas en producción separada de esta zona por un área de separación de unos 15 metros por si hay algún animal enfermo o alguna vaca que tengamos que apartar para que no moleste a las otras. “Después ya tenemos el primer robot y en esa nave están las vacas en cubículos, con cama de arena y suelos de hormigón rallado. Y al otro lado tenemos otra nave con el segundo robot de ordeño. Son 2 naves iguales, con la diferencia de que un robot está unos 15 metros más abajo que el otro por el área de separación para animales enfermos. Y también dimos ese margen para que las vacas de ese patio de enfermería si tienen que entrar al robot puedan entrar por detrás, mientras que el resto entra por delante”, explica con detalle.
Por último, en el otro pasillo disponen del paritorio, el corral de novillas de primera inseminación y el de vacas secas. “Está primero el paritorio y luego ese corral de primera inseminación. Últimamente inseminamos con 13 meses porque cumplen con la talla y el peso adecuados. A raíz de tener la nodriza, con la amamantadora conseguimos adelantar el crecimiento. Se ha notado mucho. Y también he visto que los animales se crían más fuertes, con más salud y enferman bastante menos”, apunta.
Los animales de este corral de primera inseminación destacan porque portan un collar. “Se los ponemos a las novillas de primera inseminación para medirles la media de actividad diaria de un animal y cuando sube, nos envía una alarma que significa probablemente un celo. Así que se repasa y si está en celo, pues se insemina. Y en la segunda confirmación es cuando se lo quitamos y se lo pasamos a una nueva”, cuenta.
El corral a continuación es el de secas y novillas con la segunda confirmación de preñez y después ya pasan a un corral de cubículos de arena donde juntan a las novillas con las vacas adultas secas para que tengan un proceso de adaptación a la cama, a lo que es el cubículo y para que al lleguar al corral de producción ya estén adaptadas a echarse.
“Pero se adaptan perfectamente desde el primer día e inmediatamente se tumban a descansar en sus camas. Siempre hemos tenido cama de arena en esta granja. En la antigua era cama caliente, un corral de toda la vida y de eso estábamos un poco hartos porque cuando llegaba el invierno era peor por las mamitis. Aquí llegamos ya con este proyecto de cubículos y camas de arena y yo no lo cambiaría. Buscamos algo más práctico, más limpio y en el que los animales estuvieran cómodos”, explica.
La granja está además muy robotizada, pues además de los dos robots de ordeño, también dispone de un robot de limpieza, un robot arrimador de comida, un sistema automatizado de cow cooling y un circuito de cámaras para controlar la granja.
En cuestiones medioambientales no tienen problemas, pues tienen su plan de residuos con balsas y cuba de purines que usan en tierras propias y para otros agricultores.
Inminente genotipado del rebaño
Ganadería Rueda va a genotipar todos los animales de su granja de la mano de un programa de la Asociación Frisona Andaluza (AFA) al que se han acogido por el intercambio de la información proporcionada por sus robots de ordeño y, en palabras del propio Jesús, era el paso natural tras llevar 10-12 años haciendo acoplamientos y trabajando entre otros, con el servicio de acoplamientos de CONAFE, pues elegían los toros en función de los defectos que detectaban en la granja, fuesen patas, ubre, etc. a partir de sus datos de calificaciones, cartas, control lechero, etc.
“El genotipado en sí lo haremos para saber a ciencia exacta por qué animales apostar y a cuáles destinar el sexado. La que no cumpla nuestros requisitos la destinaremos a carne. Ese animal hará su vida aquí y tendrá las lactaciones que tenga, pero no le sacaremos descendencia. Si a lo mejor lo que necesitamos de reposición son 35-40 animales al año, pues cogeremos las 35-40 vacas que más se adapten a lo que queremos mejorar y busca. Si la granja evoluciona genéticamente también lo hace económicamente”, explica al respecto.
“El genotipado lo haremos para saber a ciencia exacta por qué animales apostar y a cuáles destinar el sexado. Si la granja evoluciona genéticamente, también lo hace económicamente”, explica Jesús.
Después del genotipado valorarán qué más pueden hacer y probablemente se acojan a algún servicio como el de recría genómica de CONAFE porque reconocen que además toda la información que les aporta el robot ha cambiado su manera de trabajar en el día a día al disponer cada vez de más datos para ir tomando decisiones.
En Rueda no participan en concursos de raza frisona, pero sí los disfrutan como espectadores. Sobre todo, por cercanía, Jesús y su primo asisten cada año al Usías Holstein. “Es una afición que requiere tiempo. Mi padre y tío en su momento, tanto en Marchena como Sevilla, llevaron vacas a concursos y ganaron algún premio”, afirma.
Planes de futuro
Los planes de futuro de Jesús y Fátima se conjugan en tiempo presente. “Nuestros planes de futuro eran estos y estamos intentando sacarlos adelante para que sea una granja eficiente. Tampoco tenemos en mente hacer nada más. Exprimir al máximo todos los cambios realizados y una vez adaptados y cuando esto esté funcionando al 100%, nos plantearemos nuevas cosas”, señalan tras las recientes inversiones.
Jesús reconoce que una inversión como la que han realizado ellos “es inviable sin tener las instalaciones previamente porque hoy no hay margen de beneficio que te permita pagar las inversiones de un negocio como este desde cero”. Pese a ello, reconoce que ningún ganadero tiene en el banco medio millón de euros para invertir, sino que “los robots de ordeño tienen que dejar un retorno para ir pagando la propia máquina sola”.
“Nuestros planes de futuro eran estos para ser una ganadería lo más eficiente posible,” dice Jesús.
Aunque sus dos hijos tienen solamente 3 años y apenas unos meses, Jesús y Fátima intentan previsualizar el futuro ante nuestra pregunta sobre si sueñan con un posible relevo generacional que conduzca la ganadería a una cuarta generación: “El día de mañana a mí me gustaría que a mis hijos les gustase, pero con una base de estudios (ingeniería, veterinaria u otro grado, lo que quieran). Y ya veremos cómo está todo”.
Por otra parte, Jesús recuerda que “con la vocación por la ganadería se nace”. “En mi casa somos 4 hermanos, yo soy el pequeño y al único hermano que le gusta este mundo es a mi hermano mayor, que es ingeniero agrónomo. Y en el caso de mi primo es igual. Ellos son 4 hermanos, él es el segundo y a los otros 3 no les interesó nunca. Entonces si a mis hijos les gusta y el negocio les puede dar una buena calidad de vida, pues estaría encantado de que siguieran”, destaca al respecto.
Por último, “el apoyo de la familia” es muy importante, como subraya este ganadero marchenero. “La profesión de ganadero exige muchos sacrificios y muchas horas y no todas las parejas no se adaptan a este tipo de negocio, por lo que he tenido esa suerte de que mi mujer siempre haya estado ahí apoyándome y cuando me ha hecho falta una mano ha sido la primera en decir que iba conmigo. Al igual que mi madre con mi padre, que ha estado siempre en todos esos momentos y afortunadamente se replica la historia de mi padre y mi madre con la mía y la de mi mujer”, concluye orgulloso.
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