Adsorbentes de micotoxinas como estrategia de control en las raciones: Tipos, eficacia e interacciones
Artículo técnico publicado en el número 251 de la revista Frisona Española
Las micotoxinas son metabolitos secundarios de los hongos que se producen en condiciones climáticas desfavorables o durante el almacenamiento y transporte de las materias primas y suponen un riesgo potencial para la salud animal y humana (Yannikouris y Jouanny 2002; Jouany et al., 2005). El desarrollo de los hongos y la posterior contaminación con micotoxinas requiere, en la mayor parte de los casos, un cierto grado de humedad, temperaturas elevadas (25-30ºC), la presencia de oxígeno (1-2%) y la disponibilidad de nutrientes. Esta disponibilidad depende, en buena medida, de la integridad de los granos de cereales o leguminosas, de tal manera que la presencia de granos rotos o afectados por insectos u otras plagas permite el acceso de los hongos al interior de éstos para la obtención de nutrientes. De la misma manera, las harinas, donde el acceso de los hongos a los nutrientes es mucho más fácil, incrementan el riesgo de infestación por hongos y la posterior presencia de micotoxinas (CAST, 2003).
Los efectos de las micotoxinas son muy diversos y con frecuencia difusos y comunes entre las distintas micotoxinas. Por ejemplo, reducen la ingestión y consecuentemente la producción (sea la producción de leche o la reducción de la ganancia de peso), afectan a la reproducción con una reducción de la fertilidad y una mayor incidencia de abortos, y la capacidad de respuesta inmunitaria que conduce a una mayor incidencia de patologías (Lubulwa y Davis, 1994; Akande et al., 2006). En conjunto, tienen consecuencias importantes en la salud del animal, una reducción de la productividad y un aumento en el riesgo de transferencia de las micotoxinas a la cadena alimentaria humana, reduciendo en su conjunto la rentabilidad de la industria (CAST 2003; Yannicouris y Jouanny, 2002).
La presencia de micotoxinas es ubícuita, con más del 25% de los productos agrícolas contaminados (Ayub Shetu Bekete, 2016; Lawlor y Lynch, 2005). De los alimentos de uso frecuente, los cereales son los que más contribuyen a la presencia de micotoxinas, no sólo porque son susceptibles a contener micotoxinas, sino por su contribución a la ingesta total tanto de animales como humanos. Entre ellos, el maíz es el más contaminado, seguido por la cebada, el trigo, el sorgo y el arroz.
Los subproductos de cereales son también de riesgo, ya que suelen concentrar las micotoxinas y pueden contaminarse durante el procesado o posterior almacenamiento. Las leguminosas, aunque en un grado algo inferior, son también fuentes frecuentes de contaminación. Por último, y relevante en muchos casos, la presencia de micotoxinas en forrajes conservados (silos, henos y pajas) constituye una fuente importante de contaminación en la dieta de los rumiantes.
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Artículo técnico publicado por A. Kihal y Sergio Calsamiglia en el número 251 de la revista Frisona Española.
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