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Hnos Jiménez, un ejemplo de cómo con esfuerzo, preparación y pasión se puede empezar una ganadería desde cero
Redacción Revista Frisona

Hnos Jiménez, un ejemplo de cómo con esfuerzo, preparación y pasión se puede empezar una ganadería desde cero

Reportaje publicado en el número 256 (jul-ago 2023) de la revista Frisona Española

En un paisaje castellano dominado por La Serrota, una alineación de cerros que aparecen vestidos de blanco en cuanto baja la temperatura, visitamos la ganadería Hermanos Jiménez, una granja de vacuno frisón ubicada en Blacha (Ávila).

Al frente encontramos a los hermanos Diego y Jesús, quienes–tras estudiar y dedicarse a otras profesiones por cuenta ajena– rescataron hace nueve años un deseo que habían ido posponiendo, pero nunca olvidaron: abrir una ganadería. Un proyecto apoyado por sus parejas Teresa y Marta y nuevo en sus vidas, aunque no exento de tradición ya que sus padres –Félix y Rosario– y abuelos también tuvieron vacas.

Pero el acercamiento de estos jóvenes criadores a la ganadería es más moderno gracias a una gestión automatizada; siendo autosuficiente en la alimentación, sostenible medioambientalmente y con una apuesta clara por la genética y la morfología como pilares de mejora.

“Tú estudia y busca mejor vida”. Es el mensaje que siempre han transmitido las sacrificadas generaciones de nuestros padres y abuelos. Pero “la mejor vida es aquella en la te sientes a gusto trabajando”, subraya Diego, propietario junto a su hermano Jesús de la ganadería de raza frisona Hnos. Jiménez. Una granja construida desde cero hace solamente nueve años en la pequeña localidad de Blacha, en la provincia de Ávila.

Pero no hay que olvidar que, aunque la ganadería Hermanos Jiménez haya cumplido su noveno aniversario el pasado mes de mayo, traen consigo una dilatada tradición familiar ganadera porque tanto sus padres, como sus tíos e incluso antes sus abuelos tenían vacas. Aunque, acorde a los actuales tiempos, nunca contemplaron seguir la misma metodología de trabajo en la que primaba un ordeño directo, mucho más esclavo, sino que, con un rebaño de un tamaño propicio, un robot de ordeño y trabajando sus cultivos para proveer de alimento a sus animales se han acercado al empleo de sus antepasados, pero de una manera mucho más moderna y eficiente.

El punto de partida fue 2014, cuando un problema de salud de Félix, el padre de los propietarios de la ganadería Hermanos Jiménez, le obligó a dejar la actividad de cuyo trabajo junto a Rosario, la madre, había vivido toda la familia. Y este fue el punto de inflexión que motivó que Jesús pusiera fin a su empleo en una fábrica de camiones en Ávila, tras haber trabajado antes en agricultura, y Diego a su trabajo como comercial para una empresa de robots de ordeño, tras trabajar 10 años como cocinero, para hacer lo que siempre habían querido, pero no habían tenido la ocasión de empezar.

“Hicimos todas las instalaciones nuevas, pusimos un robot, compramos las vacas. Empezamos de cero. Llegó un punto en el que no estábamos a gusto con los trabajos que hacíamos, entonces nos juntamos, fundamos la ganadería porque a mí me encanta el campo y a mi hermano le encantan las vacas y decidimos empezar”, explica Jesús, poniendo el énfasis en esa duplicidad perfecta que encarnan ambos hermanos: Diego, enamorado del trabajo con las vacas, y Jesús, un apasionado de las tareas del campo.

“Al final hemos terminado en lo que nos gusta porque aquí trabajas todos los días del año, pero te compensa más”, apostilla Diego. Un mensaje en el que coincide su hermano porque, pese a que “algunos días te arrepientes”, sobre todo por “la burocracia que te quita las ganas de ser ganadero” y en la que se pierden meses y meses en obtener permisos, luego siempre compensa “trabajar para ti y hacer lo que te gusta”. “Es diferente a lo que hacíamos. Trabajamos solos los dos. Nos repartimos el trabajo, pero Diego se encarga de la genética y yo más de la gestión”, concluye.

“La burocracia que te quita las ganas de ser ganadero” , por los meses y meses que se pierden en obtener permisos, pero luego siempre compensa “trabajar para ti y hacer lo que te gusta”.

Se puede empezar una ganadería de cero

Les preguntamos si fue difícil empezar de cero, qué ejemplos les sirvieron de guía para poner su propia ganadería y si pudieron disponer de ayudas a la incorporación. “Mi hermano Diego trabajaba de comercial y había visitado muchas granjas e instalaciones por lo que va cogiendo ideas, y al principio sí que tuvimos ayudas de incorporación y plan de mejora, pero a la larga te arrepientes de pedir esas ayudas porque te obligas a unas inversiones que a lo mejor no son necesarias y nadie te cuenta que luego tienes que devolver más de un 20% de esas ayudas. Pedí aquella y no he vuelvo a solicitar ninguna. Si una ganadería es viable, funciona sin subvenciones”, subraya Jesús.

La ganadería Hermanos Jiménez suele tener algo más de 50 vacas en producción y un rebaño de 115 animales. Aunque en este momento ordeñan 47 vacas porque “este año sale más rentable no tener más animales de los que podemos alimentar con nuestra propia cosecha al estar produciendo a un precio bajo del litro de leche”, apunta Jesús. En ese sentido, Diego recuerda que el número máximo de vaca en producción que han tenido ha sido 62. “Nuestra idea inicial era tener entre 60 y 65, pero no queremos tener más. Lo que podamos gestionar con nuestra alimento y recría”, recalca.

Para formar el actual rebaño compraron los animales a una granja de Asturias y recuperaron algunas de sus padres. Posteriormente, algunas vacas puntuales sí que han comprado, pero ya por mejorar la genética y trabajar con esas líneas familiares. Algo de lo que se encarga Diego. “Yo confío en su gestión de la genética”, afirma Jesús.

Genética: “Usamos más toros probados que genómicos”

Respecto a la genética, Diego reconoce ser de “ideas fijas” y dar mucha importancia al tipo. “Busco toros tiperos que me permitan mejorar ubres, patas y con desviación de grasa y proteína. Y si no sale pues lo destinamos a carne”, señala. Como además está muy pendiente de los toros, reconoce que trabaja con casi todas las casas de semen. “Si me gusta un toro, soy yo el que llama porque ya sé lo que quiero”, apunta, para añadir que ahora usa “más toros probados, que genómicos” y que trabaja con muchos toros cada año. “No suelo trabajar con ninguno para más de 6-7 hembras”, reconoce.

Porque hoy en día, a las ganaderías acuden comerciales de todo tipo de empresas: semen, piensos, productos de limpieza, herramientas… “Las ganaderías son negocios que mantienen a 15 negocios más, por lo que hay que poner horarios de visita porque no podemos para de trabajar para atenderlos”, subraya Jesús.

“Las ganaderías son negocios que mantienen a 15 negocios más, por lo que hay que poner horarios de visita porque no podemos para de trabajar para atenderlos”, subraya Jesús.

Por otra parte, en las novillas usan siempre semen sexado. “Si no preñan a la segunda ocasión, pues convencional. Y en las vacas que menos nos gustan utilizamos belga o angus para carne”, añade.

En este camino de la mejora genética de su rebaño, en Hermanos Jiménez también han utilizado embriones y con ello reconocen que es cuando dieron “un salto importante”. “El segundo año compramos una ternera en Casa Baixo y de ese animal hoy tenemos entre 22 y 24 descendientes en la cuadra, animales con muy buena morfología, buenas ubres, patas y estructuras lecheras. Nosotros, sobre todo, necesitábamos mejorar patas y ubres, pero las patas es el rasgo más complicado de mejorar. En cuanto a producción, sin embargo, en una única generación puedes mejorar mucho la leche”, resume Diego.

En lo que respecta al trabajo en el campo, Hermanos Jiménez cultiva unas 100 hectáreas, parte en propiedad y parte en alquiler. Hacen centeno para ensilados, raigrás, avena, trigo y heno de pradera. El pienso lo compran fuera. Y el nutrólogo, que se encarga de analizar la materia prima que producen, formula las raciones en función de los forrajes de los que disponen y aporta lo que falte.

“El coste de la ración diaria estaba de media en 5,5 o 6 euros por animal. Y aunque ahora ha vuelto a bajar algo, ha llegado a estar en 8 y 9 euros. El coste de producción del forraje que hemos tenido este año no ha sido tan alto, pero por la especulación los precios que hay ahora en el mercado son de locura”, explica Jesús, que añade que el coste del libro de leche ahora está a 55 céntimos.

Además, como el municipio de Blacha está asentado en el fondo del Valle de Amblés, sobre un altozano formado por la desembocadura del Arroyo de Venero del Horcajo que sale del río Adaja, reconocen que ellos, al contrario que en otras zonas de España, no tienen problemas con el agua. “Es un valle donde hay mucha agua y tenemos una perforación en la que a 15 metros ya podemos obtenerla”, afirma.

Comprometidos con el medio ambiente y el bienestar animal

Su padre entregaba la leche a Entrepinares, pero ellos la venden a Danone desde que empezaron. La multinacional francesa, además, les hace calcular todos los años la huella del CO2 y les propone iniciativas para reducirla. También les exigen una normativa en bienestar animal y, como todas las empresas lácteas, también tiene sus topes de grasas, proteína, bacteriología, etc. que cumplir para cobrar más calidades.

“Aunque no hacemos nada especial que no hiciésemos antes. En cuanto a la huella del CO2, los forrajes los traemos de cerca, por lo que reducimos la huella del transporte; producimos la mayoría de la luz con placas solares; utilizamos el estiércol para abonar nuestros campos; hacemos siempre rotación de cultivos; usamos el mínimo abono posible y no usamos herbicidas”, subraya Jesús.

Y en cuanto a bienestar animal, Hermanos Jiménez fue una de las tres primeras granjas de España en pasar la certificación de AENOR en esta materia. Y aunque Jesús apunta que no cree que hagan “algo muy diferente a lo de los demás”, sus animales “sí que disponen de bastante espacio porque sobran muchos cubículos; todas las vacas pueden comer y beber cuando quieran al tener agua y alimento siempre disponible; tienen ventiladores y pulverizadores de agua para el estrés calórico, cepillos para limpiarse” y tienen “un trato muy cercano con los animales”, como demuestra la denominada zona de fuga, por la que sus vacas se dejan abrazar tranquilamente por sus dueños.

La ganadería Hermanos Jiménez fue una de las tres primeras granjas de España en pasar la certificación de AENOR en bienestar animal.

Tienen robot de ordeño desde el primer día. “Las primeras semanas me pasaba toda la noche aquí y mi hermano Diego todo el día para acostumbrarlas a entrar a ordeñarse, pero ahora las novillas entran solas porque todas hacen lo mismo”, apunta Jesús. Respecto al ordeño en robot, Diego señala que los pezones muy cortos y las ubres invertidas de algunos de sus animales son un inconveniente, pero precisamente ese es una de los aspectos que han ido mejorando con la genética.

Por otra parte, las camas han sido siempre de arena, pese a ser peor para el desgaste de la maquinaria. “Lo hacemos para controlar la bacteriología al ser un material inerte que no genera bacterias y las vacas están más frescas y limpias. Hay ganaderías que tienen sobrante de paja y usa camas de paja, pero no es nuestro caso. Además de que la paja habría que moverla más para que no se fermente. Lo que sí me he planteado a veces es poner colchonetas, pero mi hermano no es partidario”, señala Jesús.

Una buena recría para tener buenos animales

Para vacas en producción la ración base se compone de ensilado de centeno, heno de avena, raigrás y luego ya en pienso la mezcla específica que les hace el nutrólogo. Hay un pienso para robot y otro que lleva soja y maíz para echarlo al carro y que usan una vez al día. Por su parte, las vacas secas comen 3 kilos de pienso y paja a discreción; mientras que las novillas comen igual, 3 kilos de pienso, pero en vez de paja comen forraje; y las terneras, pienso y heno o forraje. “Si no haces una buena recría no vas a tener buenos animales”, señalan convencidos.

A lo largo del año la producción media es de 35 litros, con 3,50 proteína, 3,70 de grasa y 200.000 células somáticas de media: “Hemos tenido años de 40 l, pero cuenta mucho la base forrajera. Cuando la alfalfa estuvo a buen precio, la usamos y mejoraba la producción. Pero preferimos no gastar burradas y trabajar con nuestros forrajes”.

Al producir sus propios forrajes, a veces también los venden, como harán este año. “A nivel nacional ha sido un año muy malo, pero en esta zona a finales de mayo vino un agua que ha recuperado los forrajes que estaban sin cosechar y hemos dado un segundo corte al raigrás mucho mejor que el primero. Lo que sí está peor es el ensilado de centeno que como no ha tenido el agua cuando debía, está peor”, explica Jesús.

Protocolo seguido por los animales

Las terneras están en casetas y luego pasan a destete a los 50 días, en las que se les alimenta con pienso para posteriormente pasar a dos corrales para que socialicen junto a otras terneras. Después pasan a otra nave en la parte de arriba de la granja, en la que hay tres lotes: un lote hasta un año, el lote de un año hasta que llevan medio tiempo preñadas, y luego las suben con las secas. Posteriormente hacen un preparto en el que están 15-20 días, dependiendo de los animales. Y las vacas secas y las novillas preñadas de medio tiempo están en una parcela donde disponen de terreno para moverse.

Hnos. Jiménez tiene una media de 2,6 partos, que realizan a los 23 meses de media, pero a las que desarrollan menos las dejan hasta los 25 meses; mientras que la media de ordeños –“aunque unas pasan por el robot 4 veces, otras 2”- es de 2,7.

Destaca en tipo por encima de la media

Una de las principales características de la ganadería Hermanos Jiménez es que su rebaño destaca en tipo por encima de la media en España y, como reconoce Diego, es algo en lo que trabajan desde que empezaron. “Lo veníamos buscando. En las patas sobre todo busco una buena vista posterior y un buen ángulo podal, ya no tanto la curvatura, pues creo que es peor que la tenga muy recta que algo curva.  Y en ubre que tenga muy buena inserción anterior y anchura de ubre posterior. El ligamento busco siempre que sea positivo, y los pezones acercándose al 0, ni muy largos ni muy cortos por el robot de ordeño. Y por supuesto siempre positivos en leche y sólidos”, explica.

Afición por los concursos de raza frisona

Su pasión por la mejora genética de sus vacas, Diego también la traslada a su afición por los concursos de raza frisona. Ya han presentado animales dos veces al Concurso Nacional y el año pasado –que “era el que mejores expectativas teníamos”, subrayan-, tuvieron un problema que les impidió acudir. “Pero este año será otra cosa”, destacan ilusionados, pues ya trabajan en dos o tres animales con potencial para ir a Gijón.

Hermanos Jiménez tiene un rebaño con una media de calificación de 84 puntos y Diego nos cuenta que trabajan principalmente con seis familias de vacas. “Algunas de ellas tienen ya entre 8 y 10 generaciones, pues las compramos ya con 5 generaciones y ya llevan aquí al menos tres. Además, de una vaca que tenían mis padres (una Baxter), que es la que tenemos en el cartel de fuera, también tenemos bastantes animales”, explica.

Uno de los próximos retos que se plantean en este sentido es tener su primera vaca excelente. “Pero vaca excelente que sea nacida aquí, para tener la satisfacción de hacerla nosotros”, apostilla Jesús. Con dos vacas de 89 y 88 puntos ya están cerca.

Uno de los próximos retos que se plantean en este sentido es tener su primera vaca excelente. “Pero vaca excelente que sea nacida aquí, para tener la satisfacción de hacerla nosotros”, apostilla Jesús. Con dos vacas de 89 y 88 puntos ya están cerca.

Respecto al camino realizado en mejora genética durante estos 9 años, Jesús reconoce que al principio se equivocaron al tratar de ahorrar en genética. “De inicio se hacen tantas inversiones que intentas ahorrar un poco e intentamos meter toros genómicos y toros más económicos. Pero en los últimos 5 años hemos dado un salto importante en calificación y morfología. Ahora estamos siguiendo el camino bueno”, subraya.

“Si las vacas tienen una buena morfología, unas buenas patas y una buena ubre serán más longevas. Y nuestro objetivo es seguir apostando por eso y por las desviaciones de grasa y proteína. También miro los haplotipos e incluso el tema A2A2. De modo que si hay dos toros iguales que me gustan, me decido por el A2A2, pero sin priorizarlo por ahora. Y como ya tenemos animales con muy buenas estructuras, ahora busco vacas equilibradas, con estructura lechera, patas y ubres, pero no vacas altas”, añade Diego.

También tienen genotipado parte de su rebaño, algo que utilizan sobre todo para localizar animales puntuales que, si salen algo más especiales, puedan tener en cuenta para trabajar más con ellos. Pero reconocen que se basan más en el pedigrí:“La ternera que compramos estaba genotipada y era la sexta de España en ICO, alta en tipo y de las primeras en capacidad… En la granja había mucha familia de ella, animales longevos y buenos morfológicamente. Después también genotipamos a las hijas e hicimos embriones y ahora puntualmente genotipamos alguna para hacer algo diferente”.

Vocación por la ganadería

También reconocen que hoy en día, tal y como están los precios en el sector, es difícil pensar más allá del día a día. “En un negocio como este, con las inversiones tan grandes que haces y la cantidad de horas que trabajas, no podemos permitirnos precios tan bajos de la leche. Ahora tenemos la ilusión de mejorar la genética, de mantenernos, de ir mejorando en los concursos y de vivir el día a día”, apunta Jesús.

Terminamos hablando sobre la vocación de ser ganadero y Jesús recalca que es importante que te guste mucho lo que haces, pero como cualquier trabajo también tiene sus inconvenientes y es muy importante que tu pareja entienda lo que supone. Para ellos además es bonito que su padre pueda seguir vinculado de algún modo a través de ellos a lo que ha sido su vida y su pasión. “Ahora mi padre viene mucho por aquí. Pero nosotros no queríamos que sienta la obligación de venir a hacer cosas a nuestra ganadería. Simplemente si quiere venir que sea por gusto, para disfrutar”, destacan estos dos hermanos de 40 y 38 años, que si tienen algo claro es lo siguiente: “Lo volveríamos a hacer porque estamos mal de la cabeza”, concluyen con humor.

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