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Agapito Fernández: "Me acuerdo mucho de mi padre, que me inculcó este amor por la ganadería, las vacas y los concursos"
Redacción Revista Frisona

Agapito Fernández: "Me acuerdo mucho de mi padre, que me inculcó este amor por la ganadería, las vacas y los concursos"

Visitamos SAT Ceceño para el número 251 de la revista Frisona Española

Es de bien nacidos ser agradecidos dice nuestro refrán. Y cuando hablamos con Agapito Fernández sobre el hito histórico conseguido en el último Nacional de raza Frisona el mensaje latente siempre es de gratitud más que de orgullo, lo que habla muy bien de él, pese a que tanto la ganadería cántabra SAT Ceceño como sus propietarios, la familia formada por Agapito, Rosana, Sara y Mario Fernández, se han convertido por méritos propios en referente en la Historia de la raza frisona tras conseguir este éxito.

Cuando se gana por tres veces consecutivas el título de Vaca Gran Campeona Nacional de los Campeonatos de Raza Frisona en España y cuando la opinión de 3 jueces de 3 países distintos coincide a lo largo de los años es que hablamos de una vaca única. Además, la vaca de SAT Ceceño lo ha alcanzado en tres ediciones consecutivas, algo que sucede por primera vez en la Historia de los Nacionales. Por este motivo viajamos hasta El Tejo (Cantabria), para hablar sobre Llinde Ariel Jordan, pero sobre todo para saber cómo han vivido la atmósfera generada este año en Gijón y cómo se sienten tras conseguir su objetivo.

“Recuerdo cuando veía en la revista Frisona Española las entrevistas a los Badiola, a Llano de Tinajeros, a El Parral, a La Travesía, a todas esas ganaderías que son referentes. No quiero olvidarme de ninguna. Y hoy también está ahí la nuestra. Entonces es una satisfacción enorme”, explica Agapito Fernández.

Vídeo: Entrevista con Agapito Fernández tras ganar el título de Vaca Gran Campeona Nacional por tercera vez consecutiva

Si volvemos al pasado 24 de septiembre de 2022 en Gijón, rememorando ese momento histórico, “las sensaciones son las mejores” en palabras de Agapito. Como él mismo nos explica, fueron con gran ilusión a intentar revalidar el título, que sería el tercero, porque llevaban “un largo tiempo trabajando con la vaca”, pero conseguirlo ha sido sobre todo “un privilegio”. “Estamos felices. Sobre todo, porque ha sido un privilegio poder conseguir ganar 3 veces consecutivas y tener una vaca que durante los últimos cinco años lleva compitiendo a un nivel muy alto, lo que ha supuesto un duro trabajo. Pero al final tenemos ese privilegio de haberlo conseguido porque otros ganaderos quizás han trabajado tanto o más y no han podido conseguirlo”, añade.

Recuerdos a su padre, a Ibón Entrecanales, a Aladino Pidal…

Pedimos a Agapito que mire más atrás para que nos cuente el origen de esta pasión y ahí aparece una lista de muchos nombres de personas muy importantes para él, empezando por su padre e incluyendo a Ibón Entrecanales, Aladino Pidal, sus amigos de la infancia Rober, Jesús y Manuel, los amigos de su padre Roberto y Pepín, y todos los ganaderos con los que trabajó y aprendió a preparar animales para concursos.

“Siempre me acuerdo de cuando era pequeño y empecé a ir a los concursos con mi padre, que fue quien me inculcó este amor por la ganadería, por las vacas y por los concursos. También recuerdo cuando era solo un crío e íbamos cuatro chavales del pueblo: Rober, Jesús, Manuel y yo, que tendríamos entre 8 y 12 años, y en todos los concursos acompañábamos a Roberto (ganadería La Vía), a Pepín de Ganadería Santana, y a mi padre. Y esos recuerdos de la infancia son muy buenos”, evoca.

Pero si hay un concurso donde todas las emociones y el nivel de los participantes se disparan son los Nacionales.

Le preguntamos por su primer recuerdo al respecto: “Tengo una imagen de la primera vez que fui al Concurso Nacional, y al entrar a Agropec, que tendría 12 o 13 años, tengo la imagen grabada de las camas de Tauste. Aquello me impactó porque no había una paja más grande que otra. También estaba Allen, que era un preparador canadiense que colaboraba mucho con ellos y con el que luego tuve la oportunidad de trabajar. Más tarde empezamos a ir nosotros a esos concursos y no sé cómo ha sido el camino para llegar hasta aquí porque no me paro a pensar en ello, pero sí que hemos trabajado mucho. No para llegar esto, sino para ser mejores cada día. Porque la verdad es que esto que hemos conseguido ni siquiera lo soñaba ni mucho menos. Quizás soñé con ganar solamente un Nacional”, rememora.

Convertirse en un profesional muy reputado conlleva un largo camino durante el que te acompaña mucha gente a la que Agapito siempre se muestra muy agradecido.

“Cuando empezábamos a ir a los concursos no pelábamos las vacas porque antes no se hacía. Entonces, cuando empezaron los de Cudaña a pelar vacas para los concursos, Ibón me introdujo a hacerlo con él. Viajé mucho con él y también con Aladino porque cuando eras más joven y veías a los demás cómo lo hacían te fijabas para mejorar. Y todo viene de ahí. Estoy muy agradecido a Ibón, a Aladino y a todos los ganaderos con los que trabajé porque se prestaron a que les ayudara a preparar sus vacas”, subraya Agapito.

Sus momentos más emocionantes de los Nacionales 

Son muchos los recuerdos acumulados a lo largo de su trayectoria en los Nacionales, pero si tuviese que elegir algunos, en ellos aparecen indudablemente Llinde Líder Bruna y Ariel, las dos vacas con las que la ganadería SAT Ceceño ha ganado el título de Gran Campeona. “Tengo la imagen grabada de cuando la Bruna ganó Vaca Joven Campeona y en su sección tuvimos una competición muy fuerte con una vaca que tenía La Flor y que manejaba Víctor Arriero. Recuerdo esa pelea sana en el ring para ganar por parte de los dos. También cuando ganamos con la Bruna nuestro primer Nacional, el de Primavera de 2006. El tener una buena vaca con la que empezar a trabajar en serio, nos hizo ser mejores cada día. Al igual que no se me olvida la primera vez que ganamos el Nacional con la Ariel. Más que el hecho de ganar, recuerdo el día del Concurso y la preparación previa”, destaca.

Agapito Fernández levantando el trofeo de Vaca Gran Campeona del 9º Concurso Nacional de Primavera 2006 por Llinde Líder Bruna.

El hito histórico alcanzado por Llinde Ariel Jordan al ganar por tercera vez el título de Vaca Gran Campeona Nacional (2019, 2021 y 2022) lo comparte únicamente con la asturiana Pacho Goldwyn Telva (Badiola & Casa Pacho), que ganó en 2011, 2013 y 2016, lo que las hace vacas únicas en España.

“Efectivamente, la historia dice que han sido las dos mejores vacas que ha habido en España. Dos grandísimas vacas. De la Telva tengo muy gratos recuerdos. Tuve la suerte de prepararla varias veces y era una vaca entera, potente, con mucha fortaleza, con una ubre fantástica, daba seguridad… Tuvo la mala suerte del accidente con los pezones. Pero cada vaca es única. Son dos grandes vacas, pero diferentes. Quizás la Telva era mucho más potente, más unida en el cuerpo. Igual la Ariel es más espectacular, más juvenil, más moderna respecto a lo que se busca ahora. Han sido dos magníficas vacas que hemos tenido la suerte de tener en España y como criadores y ganaderos tenemos que estar orgullosos de ellas”, explica.

Vacas únicas, pero con mucho trabajo detrás

No obstante, nos recuerda la importancia del trabajo con las vacas para sacar su potencial. “Esas vacas salen porque Ariel, por ejemplo, tiene una vitalidad y una energía dentro que hace que sea muy fácil trabajar con ella y que parezca que tiene 4 años cuando tiene más de 11 años. Pero las vacas, además de serlo, hay que trabajarlas y lograrlas, y no es fácil. Nosotros decidimos ya hace tiempo trabajar con ella y le dedicamos mucho tiempo todos los días. Y por ejemplo en este último Nacional queríamos que hubiese estado parida dos o tres meses antes, pero como no pudimos preñarla tuvimos que cambiar los protocolos y buscar otra estrategia para conseguir que llegara con el mismo parto a este concurso y que llegase bien”, concluye.

A Ariel la quisieron comprar un año que fueron con ella a Montichiari, en 2016. “No llegamos a un acuerdo y me alegro de no haberla vendido. Sabíamos entonces que era una buena vaca, pero no sabíamos que iba a llegar donde ha llegado. Entonces hubo dudas, pero con el paso del tiempo me alegro de no haberla vendido”, recuerda.

El momento en el que se dieron cuenta del potencial que tenía Llinde Ariel Jordan fue “cuando parió de cuarto parto”, ahí vieron “que podía convertirse en una gran vaca”.

“Ya venía siendo buena, pero tenía alguna carencia, todas las vacas tienen alguna carencia. Ella por ejemplo tenía una ubre fantástica, pero las patas no eran las mejores y ella siempre fue un poco sencilla de cuerpo. Y hablando de ella con mi sobrino Germán y con Adrián siempre decíamos que si llegaba bien a la madurez y echaba cuerpo iba a evolucionar muy bien. Fue precisa-mente en el cuarto parto cuando ‘encuerpó’, echó más costilla abajo, también hizo un poco más de pecho, que siempre fue una de sus debilidades, y las patas, aunque es difícil, con el paso del tiempo fueron a mejor. Siempre las tuvo un pelín más rectas y ahora las tiene mejor”, explica.

Y como no podía ser de otra manera, Llinde Ariel Jordan ya tiene descendencia: dos hijas vivas, una Casa Venturo y otra en Ceceño, además de nietas y biznietas.

¿Quién forma SAT Ceceño?

SAT Ceceño es una granja familiar de Cantabria, ubicada en El Tejo. La ganadería tiene tres socios, pues junto a Agapito comparten su propiedad su mujer Rosana y su hija Sara. Hablamos con ellas para conocer también su opinión respecto al hito conseguido.

“Para mí ha sido una satisfacción personal muy grande tras el esfuerzo y el trabajo que llevamos haciendo con Ariel durante tantos años, que conlleva una preparación, una dieta, un protocolo, duchas y un cuidado especial de la cola. Es una vaca con muchísimo carácter, que con el tiempo se ha ido tranquilizando, pero eso también ha llevado un trabajo. Además, cuando se acerca la hora de un concurso el trabajo se intensifica y en los dos o tres meses anteriores entramos en un protocolo más exhaustivo, con un horario más comprimido de comidas, siempre se le tiene el forraje fresco, se la ducha más a menudo para que esté acostumbrada, se la pasea…”, explica Rosana sobre la preparación y destacando que “es inevitable no fijarse en ella porque es un animal que llama mucho la atención”.

Rosana reconoce que otras veces a lo mejor iba a los concursos con el objetivo de competir y ver qué sucedía, pero que este año era distinto. “Yo personalmente este año iba a ganar porque he trabajado mucho, me ha quitado muchas horas de mi tiempo libre y quería que ganase. Así que la satisfacción personal es grandísima porque el objetivo se ha conseguido. Y yo pensé que se iba a acabar ahí, pero parece que no porque ahora yo quiero trabajar para ganar el año que viene otra vez. Así que a toda esa gente que nos acompaña desde las gradas decirle que vamos a trabajar mucho para volver a ganar. Este año otra vez sin vacaciones”, comenta divertida.

Por su parte, Sara tras terminar sus estudios comenzó a trabajar fuera de la granja en la profesión para la que se había preparado, pero cuando llegan los concursos está pendiente de ayudar a sus padres con los animales e intenta ir siempre que puede. “Normalmente en los concursos me encargo de que las vacas no se manchen, de que estén limpias, también las preparo, aunque esto último no lo hago en el Nacional. En los Nacionales me responsabilizo de las noches porque somos un grupo muy grande formado por Cudaña, Venturo, Llera, Gloria Holstein y nosotros. Y en las noches tienes que estar muy pendiente de las vacas y muchas otras cosas”, explica Sara.

Reconoce además que el momento de la final siempre es el más especial. “Aunque todos los días de concurso siempre son muy intensos, el último día es una tensión constante y especial. Es un no parar. Estás deseando que lleguen las 9 de la noche para ir a la pista. Lo viví muy intensamente porque ver a mi padre, no nervioso, sino tenso, pues tienes que estar ahí manteniendo la postura. Y la final fue muy emotiva, muy bonita, porque hubo mucho público, muy buen ambiente”, recuerda.

Y para terminar ambas apuntan divertidas el hándicap que tienen en los concursos: “Agapito se concentra tanto que no se le puede ni hablar”. Pero reconocen que a la vez les transmite tranquilidad pues, como indica Rosana, “la vaca es una prolongación de Agapito y está todo el tiempo pendiente de lo que él hace, se compenetran muy bien”.

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