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Ganadería S.C. Azpeleta
Redacción Revista Frisona

Ganadería S.C. Azpeleta

Visitamos esta ganadería palentina para mostraros cómo trabajan

Hace 55 años el abuelo de los hermanos Azpeleta –Javier, Guillermo y Gerardo– trajo a la granja de Melgar de Yuso (Palencia) diez novillas de Torrelavega. Hoy día, con nuevas instalaciones y un rebaño multiplicado por 40, esta explotación familiar espera incorporar en el futuro a la cuarta generación de ganaderos. Javier nos cuenta cómo es esta ganadería.

Los inicios y el cambio de ubicación

A estas instalaciones vinimos en el 2007, con 70 vacas en ordeño de unos 130 o 140 animales en total y empezamos a crecer hasta hoy, que se ordeñan 200 vacas y hay entre 450 y 460 animales. En la ganadería, sobre todo desde el año 90 para acá, el crecimiento ha sido muy grande. Ahora mismo ya no nos caben más animales; tenemos que hacer una selección y buscar animales más productivos. En el último año nos hemos enfocado en inseminar solo con semen sexado y azul belga. Hicimos una prueba el año anterior con unos pocos animales para ver qué tal salía la fertilidad y como no vimos una bajada grande, desde entonces lo hacemos continuamente. En febrero de 2020 el 50% de vacas se inseminaron con sexado y el otro 50% con azul belga, porque por esta zona el ternero frisón está muy poco valorado.

En 1990 me incorporé a la granja y luego lo hicieron Gerardo, en 1995, y Guillermo en 2010. Según nos fuimos incorporando, la ganadería fue creciendo. Para nosotros es fácil crecer, no hay problema de superficie porque laboramos más de 250 hectáreas, tenemos mucha maquinaria en común con mi primo Fernando, que también labora más de 250 hectáreas. No tenemos ningún tipo de problema para deshacernos de los residuos y podríamos conseguir comida para ordeñar 600 vacas, pero no podemos pasar de las 190 o 210 como mucho, por el robot. Respecto a la producción, el año pasado estuvimos por encima de los 39 litros.

Aumentar o no el rebaño, esa es la cuestión

Nuestra idea es esperar a ver qué sucede, sobre todo con el relevo generacional, que nosotros sí tenemos. Mi hijo Marcos, que tiene 14 años, sí quiere quedarse; otra cosa es que, según está la agricultura y la ganadería, pueda hacerlo. Ahora tenemos 4 robots (Galaxy, un brazo con 2 cabinas) y estamos contentos para el número de animales que tenemos. La granja está bien diseñada para ordeñar como estamos ahora, pero si quisiéramos meter otros 2 robots, tendríamos que cambiar toda la estructura, porque está diseñada para 200 vacas. En el caso de crecer, lo haríamos a una explotación nueva de 500 o 600 vacas para hacer 3 ordeños en sala y dejaríamos estas instalaciones para novillas y secas.

Antes hacíamos 2 ordeños en sala tradicional, para unas 70 vacas. Estábamos en el centro del pueblo y no había opción a ordeñar más. Las vacas en ordeño estaban en un sitio, en cama caliente, las novillas y secas en otras instalaciones, todo repartido… Era mucho trabajo. Al venir aquí, agrupamos todo el rebaño, la alimentación, etc. De hecho, hemos crecido muy rápido porque aquí es menos trabajo y más fácil. Cuando se jubilaron mi padre y mi tío Emiliano, que había trabajado con nosotros siempre, ya empezamos a tener trabajadores.

La explotación agrícola da para muchas más vacas y por eso la duda de crecer o no. Pero para crecer hay que estar seguro. Acabamos de llenar la granja ahora; llevamos un año con 200 vacas en ordeño y no hemos podido hacer en ningún momento selección porque el crecimiento ha sido muy rápido. La primera vez que hemos inseminado con azul belga ha sido el año pasado, antes nos quedábamos con toda la recría.

Vídeo: Visitamos la ganadería Azpeleta S.C. (Melgar de Yuso, Palencia)

Manejo de la reproducción

Cuando comenzamos a crecer compramos novillas en Alemania y en Italia. Luego, cuando acabaron las cuotas, decidimos pasar de 100 vacas a 200 y tuvimos que comprar a unos precios desorbitados porque teníamos las instalaciones, pero no había animales. El año pasado pudimos empezar a hacer selección. Llevamos muchos años utilizando semen sexado, aunque solo en novillas, y también tenemos toda la reproducción sincronizada, lo que nos facilita a la hora de inseminar. Nadie nos aconsejaba inseminar con sexado y sincronizado, pero hicimos varias pruebas y nos salió bien. Ya el año pasado tuvimos unos resultados espectaculares. Tenemos muchísimos animales de las mejores vacas.

Decidimos sincronizar todos los celos porque durante unos años –con el cambio de mano de obra familiar a los trabajadores y la ampliación de la granja– estuvimos en jaque con la reproducción. Antes, llevábamos 7 u 8 años trabajando con los podómetros y nos iba bien, pero cuando crecimos la fertilidad bajó muchísimo, porque al final el podómetro te da muchos falsos celos que nos era muy difícil detectar con los trabajadores. Cuando teníamos menos vacas, las teníamos más controladas y veías las que salían en celo; cuando perdimos en contacto con el ordeño, por el robot y por los trabajadores, no podíamos separar las vacas que realmente estaban en celo.

Al principio no creía en ello, pero ahora estoy convencido al cien por cien; llevamos 4 o 5 años sincronizando todo y tenemos una eficiencia reproductiva del 45 e incluso hemos llegado al 60%. Contamos con Víctor

Rodríguez, que nos aconseja en los programas de sincronización y es el que nos recopila los datos de reproducción cada dos meses y también de ingesta de materia seca, y con Marco Maestro, del centro Cevesal, para hacer diagnósticos de gestación. Pasamos toda la información a Fefricale (Federación Frisona de Castilla y León) y tenemos un programa que nos da los datos de fertilidad, que son cada vez mejores.

Selección genética: genotipado

Genotipamos unos 15 o 20 animales hace cuatro años, después lo dejamos y el año pasado volvimos a genotipar unos 50 animales. Pensamos genotipar todas las novillas, o la mayoría por lo menos, para seleccionar las que se van a inseminar con sexado; la idea es descartar un 20 o 30% de novillas, porque al final ordeñamos muchas de primer parto y tenemos que descartar bastantes después de haberlas criado. Con el genotipado intentaremos que el número de novillas que llegue sea menor y tengamos que hacer menos descarte; hacer más presión en la selección, sobre todo si estamos ahora dos o tres años sin crecer, hasta que lo necesitemos. Aunque luego realmente tampoco dejas de crecer. Es verdad que cuando paras consigues mucha más leche y muchos menos problemas; deshacerte de animales problemáticos es una ventaja enorme a la hora de trabajar.

Cuando selecciono los toros, lo primero que busco siempre es leche, grasa, proteína y después longevidad. Entiendo que hay gente que dice que la leche no le preocupa, pero yo siempre pago las facturas con leche. La longevidad creo que depende mucho del manejo, aunque entiendo que cuanto mejor conformado esté el animal, más longevo va a ser. En cuanto a los caracteres de tipo, sé que son muy importantes, pero después te llevas muchas sorpresas; hay muchas vacas con un tipo excepcional, pero que no dan la cantidad de leche que esperabas.

"Pensamos genotipar todas las novillas, o la mayoría por lo menos, para seleccionar las que se van a inseminar con sexado; la idea es descartar un 20 o 30% de novillas, porque al final ordeñamos muchas de primer parto y tenemos que descartar bastantes después de haberlas criado."

Y acoplamientos

A la hora de seleccionar, sí miramos los caracteres de la ubre, que es determinante, pero hay muchos toros que no podemos seleccionar por el tema de los robots, no puedes ir a pezones juntos, muy largos o muy cortos, etc. En cuanto al tamaño, no tenemos las vacas con un tamaño excesivo.

Las decisiones de selección las hago yo, aunque tampoco tenemos muchas discrepancias. Utilizamos el programa de acoplamientos de ABS; al principio intentamos con el de CONAFE, pero era mucho lío. Sé que ha mejorado y pienso que cuando tengamos más número de animales genotipados, pasaremos a acoplar con este programa de CONAFE por los datos. Este año lo vamos a intentar con las 50 novillas que tenemos genotipadas para inseminar.

Los nuevos cubículos, otro gran acierto

Hace dos años, Alberto Jurado, que trabaja en Covap, nos diseñó una zona para cubículos mucho más grandes que los que teníamos y lo cambiamos del todo: ensanchamos los cubículos y les dimos más altura y profundidad, para que la cama, que es de paja mezclada con carbonato, fuera más cómoda. Ahí notamos un cambio abismal; pasamos de que las vacas pasaran poco tiempo tumbadas, a ver continuamente los cubículos llenos de vacas tumbadas. Fue un cambio grande en fertilidad y producción. Por eso creo que es mucho más importante el manejo; muchas veces buscamos un toro muy, muy especial, pero si luego la vaca no tiene la comodidad en la granja, si no tiene acceso a la comida y al agua, de poco vale. El límite es el manejo, no la vaca. En los dos o tres últimos años, que tenemos menos necesidad de seguir creciendo, estamos intentando mejorar por ahí. De hecho, cada año subimos en producción y cuando empiecen a llegar novillas de semen sexado, el crecimiento será mayor. Llevamos también mucho años usando toros genómicos, casi todos. Creo que hay un avance enorme; escoger solo el 50 % de los animales te da una garantía muy grande.

En la anterior granja teníamos cama caliente y cuando nos cambiamos a esta pusimos 100 vacas en cubículos y probamos también con la cama fría y con la caliente, pero tuvimos problemas de células y de patas y la solución fue hacer los cubículos más grandes. Las vacas están más cómodas en los cubículos nuevos que en la cama caliente o en la fría. Además, la granja tampoco está bien diseñada para cama fría.

La cama de los cubículos es de paja que picamos con carbonato, la mezclamos en el carro y lo echamos con una encamadora una vez a la semana. Con los robots es más difícil encamar, porque siempre hay vacas por todos lados y además los parques son muy pequeños, de 50 vacas, y también dificulta el encamado. Con la paja las células siempre son más altas, pero por el tipo de robot que tenemos, no podemos usar arena.

Finca agrícola y alimentación

Tenemos unas 250 hectáreas, de las que unas 150 son de regadío. Solemos sembrar unas 50 ha de maíz, unas 50 de alfalfa, otras 50 de cebada, unas 70 de trigo y otras 40 de veza para forraje. La mayor parte va para la alimentación de la granja y también vendemos algo.

Como tenemos la maquinaria en común con nuestro primo, a veces cambiamos las tierras y sembramos el maíz lo más cerca posible y también la alfalfa, que consumimos más del 50% ya sea en silos de trinchera o en heno. La veza solo la utilizamos para las secas y las novillas consumen la alfalfa de más baja calidad. Hacemos también mucha paja, tanto para nosotros como para vender.

Las 500 hectáreas que tenemos, entre las de nuestro primo y las nuestras, están en cuatro pueblos, en distancias de hasta 15 kilómetros. Lo bueno es que las parcelas no son muy pequeñas y, además, compartimos labores. Pero se echa en falta la concentración parcelaria, que aquí es difícil que se haga porque el regadío se modernizó y ya se riega por presión, aunque sí nos intercambiamos tierras entre los agricultores.

Pablo Arias, que es nutrólogo de SETNA, formula las raciones. El 80% de la alimentación es propia –silos, forrajes, harina de cebada, maíz– a excepción de la soja y el pienso del robot, que compramos en cooperativas. Esto nos permite controlar el coste y la calidad. La ración es igual a lo largo del año; modificamos algo puntualmente, pero las cantidades, no los ingredientes. Nos basamos mucho en los silos de maíz, que las vacas están consumiendo por encima de los 30 kilos, y siempre metemos mucha alfalfa, tanto en silo como en heno, y como podemos producir lo que creemos que vamos a necesitar, incluso producimos de más para vender, tenemos muy pocas variaciones. No dependemos mucho de los silos de primavera y los que hay, son de regadío, así que son idénticos casi años tras año.

La importancia de las cooperativas

La leche la entregamos en la cooperativa Lactounión, de Saldaña, que solo comercializa la leche, no la transforma. Yo además pertenezco al consejo rector para el sector lácteo de URCACYL, la asociación de cooperativas de Castilla y León. En esta Comunidad el 35% de los ganaderos pertenece a cooperativas, pero pocas comercializan la leche. Si hubiera más sería bueno por precios y recogida, para dar estabilidad. Lo que pasa es que las cooperativas, desde mi punto de vista, se implantaron por un tema de necesidad vital, como en Asturias o en Los Pedroches. En Castilla y León ha habido menos necesidad porque estamos cerca del gran consumidor que es Madrid. Es una pena que aquí no las haya y las que hay no han podido dar el salto a la transformación.

La producción, en manos de la distribución

De todas formas, al final estamos en un momento en que dependemos de las grandes superficies. Ahora mismo todo el mundo tiene claro que se necesita leche y que las materias primas están caras, pero la gran superficie dice que no sube el precio de la leche y no se sube. Entre 3 o 4 grandes superficies manipulan el 80% de la leche, líquida o transformada, nos guste o no. El daño que están haciendo hoy las grandes superficies al sector primario es brutal. Desde la pandemia, el consumo de leche y queso ha subido, pero el precio al productor no sube. Todos los argumentos que nos dieron durante 20 años para no subir el precio de la leche, ahora se les han vuelto en contra, pero incomprensiblemente, no lo suben.

Tenemos que reconocer también que sabemos ordeñar y que somos muy eficientes, pero no sabemos manejar la leche. Aunque quizá tampoco sea el ganadero el que tenga que comercializarla. Al final nosotros nos tenemos que dedicar a producir y creo que las 12.000 granjas que quedan en España son superprofesionales y nadie lo pone en duda; la producción de las granjas se ha disparado y la eficiencia es brutal. La cuestión es que durante años nos han dicho que la leche en un brick da poco dinero y no se hace nada al respecto.

Marcas blancas y precios por debajo de costes

Al final, la guerra es siempre de la marca blanca contra las marcas de fabricante. Todos vemos que la marca blanca va tirada de precio y nadie hace nada; es una competencia un poco desleal. El propio ministerio reconoce que según los costes de producción de los ganaderos, de la industria y de la distribución, la leche debe costar 70 céntimos, pero se vende a 59 céntimos y nadie hace nada. La industria hace contratos donde se refleja el coste de producción, pero también con la cláusula de renuncia a los mismos y te medio obligan a que lo firmes. Entonces, bueno, se hace la ley y la trampa el mismo día. Y está claro que la gran distribución coge la trampa.

Poner en valor la producción propia

Es un pacto que tiene que haber de Estado. La PAC surgió después de una guerra mundial para asegurar en Europa la producción de alimentos; hemos tenido una pandemia en 2020 y hemos visto que nos podemos quedar sin alimentos y seguimos jugando a traer las cosas de fuera. Y es un juego sucio que todo lo que se produce dentro de Europa esté sujeto a unas exigencias y luego haya esa libertad de fronteras para que entren en la UE productos sin ninguna garantía.

Parece que nunca se valora lo que se hace aquí. La soja es el gran problema de la ganadería y en el momento en que América del norte puede venderla cara, nos hace la vida imposible a todos. Sin embargo, aquí se puede producir soja, pero no hay facilidades para hacerlo… nosotros mismos nos torpedeamos. Cada vez que Argentina, Estados Unidos o Brasil deciden no exportar, se disparan los precios de las materias primas que repercuten sobre el resto y Europa no hace nada más que pagar. Aquí, producir hay que hacerlo legal, consumir, se puede hacer como sea. Es un poco la doble moral: ¿por qué a nosotros no nos dejan producir la leche sin tantas medidas de seguridad? Podríamos rebajar costes con otras materias primas no tan seguras. A nosotros se nos exige total seguridad en los alimentos; hay que deshacerse de los residuos de una manera supereficiente; se meten con los abonos orgánicos y no con los abonos químicos… ¿En qué país, en qué comunidad vivimos? Parece que hoy lo único que contamina son los animales, pero no nos fijamos en que cualquier producto puede venir de China, en un barco contaminando, en camiones contaminando, con consumos de energía desproporcionados…

Nosotros tenemos placas solares en la ganadería. ¿Cómo puede ser que no nos dejen poner más placas y no nos dejen vender la luz que nos sobra? Lo ideal sería que pudiéramos producir el doble, tener para el autoconsumo durante el día y vender el sobrante y comprar para la noche, porque los acumuladores tienen precios desproporcionados, pero topamos con las grandes energéticas que no nos dejan. Todos sabemos cómo se puede hacer viable esto, pero seguimos con todas las trabas.

Próximos planes para la granja

A corto plazo, en dos o tres años, intentaremos aumentar la productividad lo máximo posible para después decidir si aumentamos el tamaño de la ganadería. También hay que ver si todas las medidas que estamos adoptando sobre las Mejores Técnicas Disponibles son realmente eficientes o no.

En cuanto a residuos, no son un problema porque estamos en una zona muy extensa en agricultura y con poca ganadería y es fácil deshacerse de los residuos. Aquí una forma muy fácil de deshacerse de los purines, sobre todo los líquidos, es el riego, porque es una zona con cultivos muy exigentes en nitrógeno, tanto el maíz como la remolacha, pero no hay una normativa clara sobre cómo se puede hacer.

"El tamaño te hace ser más eficiente en muchas cosas y te permite el acceso a nuevas tecnologías que con pocos animales es más complicado tener."

Futuro del sector

Creo que en España no se va a reducir el abandono y que las granjas que queden cada vez serán más grandes. El problema es la mano de obra, pero si se controla, las granjas van a crecer desproporcionadamente, sobre en todo en zonas donde haya base territorial como Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha… Vamos hacia un modelo americano. Castilla y León está de media por encima del millón de litros por granja (nosotros estamos por encima de los 2,5 millones) cuando hace pocos años estábamos en medio millón. Creo que, además, desde la última crisis el número de granjas y de animales se ha reducido mucho, pero se ha concentrado en granjas más eficientes.

El tamaño te hace ser más eficiente en muchas cosas y te permite el acceso a nuevas tecnologías que con pocos animales es más complicado tener. Una inversión en placas solares, por ejemplo, para una granja pequeña es muy complicado; cualquier máquina que compras, cuantos más animales tengas, es más fácil de amortizar. La cuestión es ¿hasta qué tamaño es una granja rentable? Creo que las granjas muy grandes lo tienen más fácil para deshacerse de los residuos porque una planta de biogás o compostaje cuesta mucho dinero y para las pequeñas es difícil asumir la amortización. En cualquier caso, con las plantas puedes generar luz, pero tendrá que comprártela alguien. Sobre el papel es bonito, pero también tiene que ser rentable. Las normativas son poco claras y van lentas. A veces, también, la Administración se plantea objetivos a corto plazo muy grandes y creo que los objetivos deben ser a largo plazo y cumplirlos. Y con planteamientos reales; al final, cualquier actividad genera residuos: el ocio, los coches, etc. Creer que vamos a tener una actividad esencial como es la ganadería, que no va a generar residuos, es impensable. Se trata de buscar el equilibro entre la necesidad de alimentos, que está clara, y cómo producirlos.

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